No es difícil entrar en una Iglesia y comprobar cómo mucha gente ignora la presencia de Jesús en el sagrario. Durante la celebración de la Misa, ya sea en el momento de la consagración o en el mismo recibimiento de Jesús en la comunión, también se puede observar esta triste realidad. Nuestra fe se ha empobrecido tanto que hemos perdido el norte ¡ NO LE RECONOCEMOS EN LA EUCARISTÍA ! . Si a nuestra parroquia viniese un alto cargo político, o el Papa, o un famoso cantante todo el mundo estaría espectante, atento y deseoso de cruzarse una mirada o una palabra con tal personalidad relevante. Pues bien, ¡ EN NUESTRAS PARROQUIAS TENEMOS AL MISMO DIOS !. Aunque nuestros sentidos no lo perciban, aunque dude nuestra razón, Él está ahí. Es el mismo Dios creador de todo que se hizo carne, asumiendo nuestra condición humana, el que ahora está vestido de pan. Es el mismo Jesús, que hace veinte siglos te liberó muriendo en una cruz, el que ahora está en ese Pan consagrado. Está en ese Pan consagrado tu mejor amigo, el mejor confidente, quien más te ama. Él siempre está ahí esperándonos, parodijicamente somos nosotros, los nesecitados de Él, los que lo ignoramos.
El Pastor, como reza un himno, se ha hecho pasto para alimentar a sus ovejas.
El Pastor, como reza un himno, se ha hecho pasto para alimentar a sus ovejas.
¡ Ojalá lo reconozcas !
1 comentarios:
Gracias, Ignacio, por recordarnos esta verdad tan importante. Jesús Sacramentado es realmente nuestro mejor amigo, el que más nos ama, el que siempre está dispuesto a perdornarnos, el que siempre espera nuestra visita, y al que frecuentemente dejamos solo en el Sagrario. Procuremos quererle más y mejor. yo la primera.
Un saludo.
Publicar un comentario