Las omisiones de muchos obispos.

5/11/07


Desde hace mucho tiempo he llegado a la conclusión de que la mejor pastoral vocacional que puede llevar a cabo un obispo en su diócesis es cuidar, con celo, la integridad de sus sacerdotes. Como se dice popularmente, vale más una imagen que mil palabras, por lo tanto, el sacerdote que vive su sacerdocio ministerial en comunión plena con la Iglesia y conforme a Ella será un signo en medio de la sociedad que a más de un joven le podrá hacer cuestionarse una posible vocación a la vida sacerdotal o religiosa e iniciar el discernimiento oportuno. Por desgracia, abundan muchos ministros de la Iglesia que tanto por lo que dicen como por lo que hacen son causa de escándalo, de confusión, de perplejidad etc. Quizás lo más hiriente no es la existencia de estos sacerdotes que, por ejemplo, no se ciñen a la liturgia católica, que se manifiestan contrarios a muchos aspectos de la doctrina de la Iglesia o han protagonizado escándalos de distinta naturaleza, lo más hiriente es la pasividad de muchos obispos que prefieren mirar hacia otro lado, ser condescendiente y no aplicar las medidas que el derecho canónico establece. Muchas veces se actúa cuando hay presión mediática o cuando ya la "la bola de nieve" es demasiado grande e imparable. Ante estas situaciones los fieles nos encontramos inmersos en un sentimiento de indefensión y de impunidad. Se nos prueba demasiado en la virtud de la paciencia.

Los obispos, que deben gobernar en caridad la porción del pueblo de Dios que se les encomienda, debieran cuidar mucho ese aspecto de el ministerio episcopal que es el ejercicio de la autoridad cuando sea preciso.

Ojalá los fieles laicos seamos tenidos en cuenta y se acabe esa especie de frecuente corporativismo en el clero.

Días de esperanza y oración

2/11/07



La fiesta de Todos los Santos y la fiesta de los Fieles Difuntos son muy cercanas en el tiempo y están muy relacionadas entre sí, pues los que ya gozan de la contemplación de Dios son santos y también ha muerto según la carne.
Estas fiestas son un estímulo para esforzarnos en vivir santamente así como para renovar nuestra esperanza mientras peregrinamos en este mundo.
Acordémonos
, especialmente en estos días, del elevar oraciones en sufragio por la Iglesia Purgante, es decir, por todas aquellas personas que han dejado esta vida y están purificándose para poder gozar de la Gloria eterna de Dios.

Del Compendio del Catecismo de la Iglesia he extraído lo siguiente relacionado con estas celebraciones:


CREO EN LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

194. ¿Qué significa la expresión «comunión de los santos»?

La expresión «comunión de los santos» indica, ante todo, la común participación de todos los miembros de la Iglesia en las cosas santas (sancta): la fe, los sacramentos, en particular en la Eucaristía, los carismas y otros dones espirituales. En la raíz de la comunión está la caridad que «no busca su propio interés» (1 Co 13, 5), sino que impulsa a los fieles a «poner todo en común» (Hch 4, 32), incluso los propios bienes materiales, para el servicio de los más pobres.

195. ¿Qué otra significación tiene la expresión «comunión de los santos»?

La expresión «comunión de los santos» designa también la comunión entre las personas santas (sancti), es decir, entre quienes por la gracia están unidos a Cristo muerto y resucitado. Unos viven aún peregrinos en este mundo; otros, ya difuntos, se purifican, ayudados también por nuestras plegarias; otros, finalmente, gozan ya de la gloria de Dios e interceden por nosotros. Todos juntos forman en Cristo una sola familia, la Iglesia, para alabanza y gloria de la Trinidad.


CREO EN LA VIDA ETERNA

207. ¿Qué es la vida eterna?

La vida eterna es la que comienza inmediatamente después de la muerte. Esta vida no tendrá fin; será precedida para cada uno por un juicio particular por parte de Cristo, juez de vivos y muertos, y será ratificada en el juicio final.

209. ¿Qué se entiende por cielo?

Por cielo se entiende el estado de felicidad suprema y definitiva. Todos aquellos que mueren en gracia de Dios y no tienen necesidad de posterior purificación, son reunidos en torno a Jesús, a María, a los ángeles y a los santos, formando así la Iglesia del cielo, donde ven a Dios «cara a cara» (1 Co 13, 12), viven en comunión de amor con la Santísima Trinidad e interceden por nosotros.

«La vida subsistente y verdadera es el Padre que, por el Hijo y en el Espíritu Santo, derrama sobre todos sin excepción los dones celestiales. Gracias a su misericordia, nosotros también, hombres, hemos recibido la promesa indefectible de la vida eterna» (San Cirilo de Jerusalén).

210 ¿Qué es el purgatorio?

El purgatorio es el estado de los que mueren en amistad con Dios pero, aunque están seguros de su salvación eterna, necesitan aún de purificación para entrar en la eterna bienaventuranza.

211. ¿Cómo podemos ayudar en la purificación de las almas del purgatorio?

En virtud de la comunión de los santos, los fieles que peregrinan aún en la tierra pueden ayudar a las almas del purgatorio ofreciendo por ellas oraciones de sufragio, en particular el sacrificio de la Eucaristía, pero también limosnas, indulgencias y obras de penitencia.

212. ¿En qué consiste el infierno?

Consiste en la condenación eterna de todos aquellos que mueren, por libre elección, en pecado mortal. La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios, en quien únicamente encuentra el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira. Cristo mismo expresa esta realidad con las palabras «Alejaos de mí, malditos al fuego eterno» (Mt 25, 41).

213. ¿Cómo se concilia la existencia del infierno con la infinita bondad de Dios?

Dios quiere que «todos lleguen a la conversión» (2 P 3, 9), pero, habiendo creado al hombre libre y responsable, respeta sus decisiones. Por tanto, es el hombre mismo quien, con plena autonomía, se excluye voluntariamente de la comunión con Dios si, en el momento de la propia muerte, persiste en el pecado mortal, rechazando el amor misericordioso de Dios.