Aprender de la naturaleza

29/7/07


Quiero contaros lo que me ha sucedido con una planta enredadera que compré hace cosa de un año. Puede parecer una tontería por la simpleza de la observación. Resulta que compré una enredadera que tenía todas sus hojas repartidas de forma uniforme y con un excelente aspecto. La coloqué en el centro de la mesa que tengo en el salón de mi casa. Hasta aquí todo normal. Lo que me llamó la atención y me hizo reflexionar es que con el paso de los días las hojas y los nuevos brotes de la planta se fueron orientando hacía una misma dirección. Esta dirección era la única ventana por la que entra abundante luz solar. La planta ha cambiado completamente su forma y toda ella está vuelta hacía la luz que se filtra a través de los cristales, incluso aquellas hojas que por su posición no recibían luz han acabado secándose. Entonces pensé lo siguiente: las personas debemos ser igual que las plantas; buscar continuamente la Luz, la Vida. Predisponernos para dejarnos iluminar por el Espíritu Santo que continuamente busca corazones dóciles para hospedarse. Ser conscientes que fuera de la luz de Dios la vida no puede subsistir. En definitiva, volvernos hacia Aquel que nos ama sin medida ni límite alguno.

Perdonar

21/7/07


"Desde mi punto de vista, el perdón supone dar cinco pasos.
El primer paso es aceptar y permitir el dolor, tengo que aceptar que me ha dolido, no debo disculpar enseguida al otro, como que no tiene la culpa, porque a mi me ha dolido.
El segundo es permitir que se exprese la ira, es justamente la ira la que me deja echar de adentro mío al otro, guardar una distancia sana frente al otro. Si no puedo perdonarle, entonces le doy poder, sigo vinculado, atado, pendiente de él, y mediante la ira puedo expresar: yo lo echo de adentro mío, entonces empiezo a sentir la ambición de poder vivir por mi mismo, sin depender del otro.
El tercer paso es describir objetivamente que es lo que pasó, ¿porque me he sentido tan herido?, ¿la palabra del otro acaso ha abierto una antigua llaga en mi alma?, trato de comprender que es lo que ha pasado en mi y en el otro, sin hacer una evaluación.
Recién entonces va a llegar el cuarto paso, que es perdonar, y que quiere decir no permitir que afloren los sentimientos de culpa, perdonar es un acto terapéutico, de liberación. Yo me libero de la energía negativa del otro, si no puedo perdonar entonces sigo ligado a él y le doy demasiado poder.
Conozco personas que no sanan porque no están en condiciones de perdonar, perdonar evidentemente es condición previa para sanar. Un hermano que acompaña a moribundos me ha dicho que algunas personas no pueden morir porque no pueden perdonar, siguen todavía manteniéndose aferrados a las viejas heridas, y solo cuando perdonan pueden morir, confirmamos entonces que perdonar es un acto terapéutico, es liberarse del poder del otro.
Y en el quinto paso "las llagas deben transformarse en perlas", allí donde el otro ha herido, ahí me duele, ahí se ha abierto una herida, pero esa herida también puede ser algo valioso, en una herida puedo descubrir mi propia capacidad de hacer las cosas bien, y cuando he traducido la herida en perla, en algo valioso, entonces no me muevo en torno a ella permanentemente, sino que se que me ha permitido desarrollar nuevas capacidades, para convertirme en una persona mejor.
En la Biblia , Jesús nos muestra un camino para encontrar la calma. Leeré rápidamente un texto del Evangelio de San Mateo donde se habla justamente de esta tranquilidad, Jesús dice en el capítulo 11: "vengan todos hacia Mí los que tienen que llevar pesadas cargas, Yo les procuraré tranquilidad, llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mi que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas".
Jesús promete calma a aquellos que llevan cargas pesadas, ahora la pregunta que nos debemos plantear es: ¿qué tipo de personas son?. En el caso de los judíos eran aquellas personas que querían cumplir al pie de la letra todas las leyes, ese hoy no es el caso entre nosotros, pero todos conocemos personas que quieren cumplir con leyes interiores, con las leyes de su propia ambición. Está bien practicar deportes, hacer jogging, comer bien, pero hay personas que se sobreexigen con ello, porque permanentemente plantean o reivindican ciertas metas, por ejemplo: "todos los días tengo que correr diez kilómetros", entonces todo se convierte en rendimiento y nada llega a la calma por cuanto se ven presionados permanentemente por esa ambición interior. "

Extraído de una conferencia en Argentina del monje benedictino alemán Anselm Grün.

Oración y autoconocimiento


"El objetivo de la oración es volverse uno con Dios, un escritor muy importante que vivió en el siglo cuarto dice que "la oración es la mayor dignidad del ser humano", así que a través de la oración hay que hacerse uno con Dios, esa es la vocación del ser humano, ese es el mayor regalo.
Pero en ese camino de convertirse uno con Dios, en esa senda de la contemplación, nos debemos encontrar primero con nosotros mismos, el mismo escritor dice: "si quieres conocer a Dios, empieza por conocerte a ti mismo primero", para él no existe realmente un encuentro con Dios antes de que nosotros mismos nos encontremos realmente con nosotros, si no nos confrontamos con nuestra propia verdad, con nuestra propia realidad, corremos el riesgo de proyectar nuestras imágenes a Dios, y ahí nos encontramos con nuestras propias proyecciones y no con el verdadero Dios.
De ese modo escribió un libro acerca de la oración con 153 pequeños capítulos donde describe cuales son los pasos para llegar a una verdadera oración: al principio nos encontramos con la ira, con las diferentes pasiones, luego podemos ir dejando estas a un lado y nos enfrentamos a las preocupaciones, a nuestros problemas, luego se nos presentan nuestros pensamientos teológicos, que pensamos acerca de Dios, después de eso nos enfrentamos a las imágenes que tenemos de Dios y algunos se quedan ahí, con esas imágenes de Dios y se sienten bien, pero dice el autor: "si nos quedamos con las imágenes, entonces tomamos el humo en lugar del fuego".
Unirse a Dios, ser uno con Dios, significa ser uno con el fuego, es decir transformarse totalmente a través de Dios. "


Extraído de una conferencia del monje benedictino alemán Anselm Grün.

Para pensar

16/7/07


El ritmo vertiginoso de la sociedad occidental ha provocado que, en muchos aspectos, cada vez seamos más insensibles. El aumento de personas que viven y mueren en soledad, el fenómeno de la indigencia, el deterioro progresivo y agresivo del medio ambiente, la violencia doméstica, la desestructuración de la familia son algunos ejemplos de la deshumanización social que vivimos. Lo lamentable de todo esto es que nos hemos acostumbrado a estas situaciones y a nadie le sorprende ver indigentes por la calle o no conocer al vecino que vive a su lado. Parece como si lo anormal, por ser común, se aceptase como normal. Cada uno tenemos que aportar nuestro granito de arena para cambiar esta realidad. El ser humano es un ser social y la sociedad no puede ser una selva llena de depredadores.

Propongámonos revisar y humanizar nuestra conducta. Revertirá en bien de todos.

Familia y oración

15/7/07


La oración, en sus distintas y ricas formas, no es otra cosa que relacionarnos con Dios. Relación esta que puede ser personal o comunitaria. Dentro de la oración comunitaria me gustaría subrayar la oración en familia. La familia es la Iglesia doméstica, es la célula de la sociedad y es, sobre todo, la escuela de la vida. Por esta razón, orar conjuntamente con nuestros seres más allegados tiene un valor muy importante; el ejemplo a los hijos, la cohesión familiar, el compartir la experiencia de la fe, etc.
Hoy día rezar en familia no es muy común, por ello debiéramos reavivar esta sana costumbre aunque sólo sea con la oración del padrenuestro.

Demos a Dios el lugar que le corresponde en nuestras vidas y hogares.

Contemplación

14/7/07


No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

(anónimo)

Amarse y sentirse amado

13/7/07


El primer mandamiento de la ley de Dios es “amarás a Dios sobre todas las cosas” . A tenor de este mandato se nos ha inculcado siempre que debemos amar a Dios pero no se nos ha hecho caer en la cuenta que para mejor amarlo tendríamos que ser concientes que somos amados por Él, que Él nos amó primero y que su amor es inimaginable. La experiencia de sentirse amado hace brotar espontáneamente la correspondencia a ese amor. Algo parecido ocurre con el otro mandato “amarás al prójimo como a ti mismo” que junto con el anterior sintetizan toda la ley. Si nos fijamos en este mandato la medida del amor al prójimo es la medida con la que nosotros nos amamos a nosotros mismos. Esto no es egoísmo, al contrario, es la premisa necesaria para obrar en caridad porque lo que no tenemos no lo podemos dar. Por lo tanto, procuremos meditar en ese amor de Dios hacia cada uno de nosotros y no olvidemos en amarnos para poder amar.

La santidad


La santidad sólo reside en Dios, ya lo decimos en la oración del Gloria “porque sólo tú Señor eres santo, sólo tú altísimo Jesucristo”. En la medida que dejamos que nuestro Señor Jesús vaya transformando nuestra vida en la suya vamos participando de esa santidad. Todos hemos sido llamados a la santidad y todos podemos alcanzarla. Esta es la meta de todo cristiano; ser santo.
Los santos son un estímulo en nuestro peregrinar, muchas veces dificultoso. La sociedad está cansada de oír hablar de Cristo y , sin embargo, está ansiosa por ver cristianos íntegros. Nadie queda indiferente al indagar en la vida de la beata madre Teresa de Calcuta, de Francisco de Asís o de Francisco Javier, por poner algunos ejemplos. Son vidas que nos interpelan, son evangelios hechos carne.
Pidamos al Padre que nos envíe su Santo Espíritu y dejemos que Él obre en nosotros sus maravillas.

La piedad Eucarística

12/7/07


Soberano Jesús sacramentado
Sea por siempre bendito y alabado

Una de las consecuencias de la secularización galopante que vivimos es la pérdida de prácticas piadosas. Lejos de ñoñerías y sentimentalismo, debiéramos recuperar gestos, costumbres etc. que se han ido perdiendo como, por ejemplo, visitar a Jesús sacramentado reservado en el sagrario, hacer un gesto de adoración cada vez que pasemos o nos encontremos en su presencia, si no podemos visitar físicamente una Iglesia, al menos, hacerlo con el pensamiento, arrodillarse en la consagración, etc. Los sacerdotes, por su parte, debieran exponer el Santísimo en la custodia frecuentemente, organizar vigilias de adoración nocturna y otras tantas formas de piedad eucarística que enriquecerán nuestras vidas.
Jesús sacramentado es Jesús mismo, es Dios, no lo olvidemos.

El sacramento olvidado


El sacramento de la Penitencia es de entre todos los sacramentos el más olvidado. Cada vez la gente se confiesa menos, quizás sea porque hemos ido perdiendo la conciencia de estar en pecado y porque desconocemos la experiencia de sentirnos perdonados y llenos de gracia divina. Ciertamente la confesión es un milagro, es Cristo mismo quien, cuál si fuésemos Lázaro, nos resucita de la muerte del pecado.

Creo que fue Santa Teresea de Jesús la que decía que para confesarnos buscásemos un buen sacerdote que fuese santo y sabio y si no encontrábamos un confesor que reuniese esas dos características al menos que fuese sabio. También escuché una vez que una confesión bien hecha es el mejor de los exorcismos.
Reconsideremos este sacramento de curación, estimémoslo y acudamos con frecuencia a él.
Referente a la confesión he extraído lo siguiente del compendio del Catecismo.

297. ¿Por qué hay un sacramento de la Reconciliación después del Bautismo?
Puesto que la vida nueva de la gracia, recibida en el Bautismo, no suprimió la debilidad de la naturaleza humana ni la inclinación al pecado (esto es, la concupiscencia), Cristo instituyó este sacramento para la conversión de los bautizados que se han alejado de Él por el pecado.
299. ¿Tienen necesidad los bautizados de conversión?
La llamada de Cristo a la conversión resuena continuamente en la vida de los bautizados. Esta conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia, que, siendo santa, recibe en su propio seno a los pecadores.
300. ¿Qué es la penitencia interior?
La penitencia interior es el dinamismo del «corazón contrito» (Sal 51, 19), movido por la gracia divina a responder al amor misericordioso de Dios. Implica el dolor y el rechazo de los pecados cometidos, el firme propósito de no pecar más, y la confianza en la ayuda de Dios. Se alimenta de la esperanza en la misericordia divina.
301. ¿De qué modos se expresa la penitencia en la vida cristiana?
La penitencia puede tener expresiones muy variadas, especialmente el ayuno, la oración y la limosna. Estas y otras muchas formas de penitencia pueden ser practicadas en la vida cotidiana del cristiano, en particular en tiempo de Cuaresma y el viernes, día penitencial.

302. ¿Cuáles son los elementos esenciales del sacramento de la Reconciliación?
Los elementos esenciales del sacramento de la Reconciliación son dos: los actos que lleva a cabo el hombre, que se convierte bajo la acción del Espíritu Santo, y la absolución del sacerdote, que concede el perdón en nombre de Cristo y establece el modo de la satisfacción.

303. ¿Cuáles son los actos propios del penitente?
Los actos propios del penitente son los siguientes: un diligente examen de conciencia; la contrición (o arrepentimiento), que es perfecta cuando está motivada por el amor a Dios, imperfecta cuando se funda en otros motivos, e incluye el propósito de no volver a pecar; la confesión, que consiste en la acusación de los pecados hecha delante del sacerdote; la satisfacción, es decir, el cumplimiento de ciertos actos de penitencia, que el propio confesor impone al penitente para reparar el daño causado por el pecado.

304. ¿Qué pecados deben confesarse?
Se deben confesar todos los pecados graves aún no confesados que se recuerdan después de un diligente examen de conciencia. La confesión de los pecados graves es el único modo ordinario de obtener el perdón.

305. ¿Cuándo se está obligado a confesar los pecados graves?
Todo fiel, que haya llegado al uso de razón, está obligado a confesar sus pecados graves al menos una vez al año, y de todos modos antes de recibir la sagrada Comunión.

306. ¿Por qué también los pecados veniales pueden ser objeto de la confesión sacramental?
La Iglesia recomienda vivamente la confesión de los pecados veniales aunque no sea estrictamente necesaria, ya que ayuda a formar una recta conciencia y a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo y a progresar en la vida del Espíritu.

310. ¿Cuáles son los efectos de este sacramento?
Los efectos del sacramento de la Penitencia son: la reconciliación con Dios y, por tanto, el perdón de los pecados; la reconciliación con la Iglesia; la recuperación del estado de gracia, si se había perdido; la remisión de la pena eterna merecida a causa de los pecados mortales y, al menos en parte, de las penas temporales que son consecuencia del pecado; la paz y la serenidad de conciencia y el consuelo del espíritu; el aumento de la fuerza espiritual para el combate cristiano.

María

11/7/07


He encontrado en internet esta imagen de la Virgen que me ha gustado especialmente. En la imagen, como pueden ver, María presenta a Jesús hecho carne y hecho Eucaristía, ¡ qué bonito !, me parece teologicamente muy acertada. En algunas imágenes marianas la Virgen aparece sola y esto no es muy correcto porque puede llevar a muchos fieles a darle el protagonismo de Cristo a su madre. Dicho esto, no quiero decir que no debamos amar y venerar a la madre Dios, todo lo contrario, debemos amarla, venerarla y, sobre todo, imitarla.

Pidamos a María que nos lleve hasta su Hijo, que nos conduzca al cumplimiento de la voluntad del Padre. Mirémosla como madre nuestra que es y con la confianza de un hijo imploremos su protección e interseción.

Que todos sean uno


Entre las intenciones por las que tenemos que rezar asiduamente debe estar, en lugar prioritario, la oración por la unidad de los cristianos. Es verdaderamente escandaloso que no hayamos cumplido ese deseo explícito de Jesús de vivir unidos. Los cristianos estamos hoy divididos en centenares de confesiones.
Que nuestra oración, constante y sincera, sea un acto de reparación por no cumplir ese deseo de nuestro Señor Jesús y, a la vez, sea una súplica al Padre para que mueva los corazones y remueva los obstáculos que separan a la Iglesia y al resto de confesiones cristianas, especialmente a nuestros hermanos ortodoxos y luteranos, para alcanzar la plena unidad.

El sacramento de la Eucaristía



Nunca viene mal recordar y releer el catecismo de la Iglesia o el compendio del mismo del que tenéis un enlace en este blog. Por esta razón, he extraído algunas partes referentes a la Eucaristía.

271. ¿Qué es la Eucaristía?
La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz, confiando así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección. Es signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida eterna.


274. ¿Qué representa la Eucaristía en la vida de la Iglesia?
La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana. En ella alcanzan su cumbre la acción santificante de Dios sobre nosotros y nuestro culto a Él. La Eucaristía contiene todo el bien espiritual de la Iglesia: el mismo Cristo, nuestra Pascua. Expresa y produce la comunión en la vida divina y la unidad del Pueblo de Dios. Mediante la celebración eucarística nos unimos a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna.

276. ¿Qué lugar ocupa la Eucaristía en el designio divino de salvación?
En la Antigua Alianza, la Eucaristía fue anunciada sobre todo en la cena pascual, celebrada cada año por los judíos con panes ázimos, como recuerdo de la salida apresurada y liberadora de Egipto. Jesús la anunció en sus enseñanzas y la instituyó celebrando con los Apóstoles la Última Cena durante un banquete pascual. La Iglesia, fiel al mandato del Señor: «Haced esto en memoria mía» (1 Co 11, 24), ha celebrado siempre la Eucaristía, especialmente el domingo, día de la resurrección de Jesús.

281. ¿De qué modo la Iglesia participa del Sacrificio eucarístico?
En la Eucaristía, el sacrificio de Cristo se hace también sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo. En cuanto sacrificio, la Eucaristía se ofrece también por todos los fieles, vivos y difuntos, en reparación de los pecados de todos los hombres y para obtener de Dios beneficios espirituales y temporales. También la Iglesia del cielo está unida a la ofrenda de Cristo.

282. ¿Cómo está Jesucristo presente en la Eucaristía?
Jesucristo está presente en la Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y su Divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre, está presente en ella de manera sacramental, es decir, bajo las especies eucarísticas del pan y del vino.

286. ¿Qué tipo de culto se debe rendir al sacramento de la Eucaristía?
Al sacramento de la Eucaristía se le debe rendir el culto de latría, es decir la adoración reservada a Dios, tanto durante la celebración eucarística, como fuera de ella. La Iglesia, en efecto, conserva con la máxima diligencia las Hostias consagradas, las lleva a los enfermos y a otras personas imposibilitadas de participar en la Santa Misa, las presenta a la solemne adoración de los fieles, las lleva en procesión e invita a la frecuente visita y adoración del Santísimo Sacramento, reservado en el Sagrario.
291. ¿Qué se requiere para recibir la sagrada Comunión?
Para recibir la sagrada Comunión se debe estar plenamente incorporado a la Iglesia Católica y hallarse en gracia de Dios, es decir sin conciencia de pecado mortal. Quien es consciente de haber cometido un pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar. Son también importantes el espíritu de recogimiento y de oración, la observancia del ayuno prescrito por la Iglesia y la actitud corporal (gestos, vestimenta), en señal de respeto a Cristo.

292. ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión?
La sagrada Comunión acrecienta nuestra unión con Cristo y con su Iglesia, conserva y renueva la vida de la gracia, recibida en el Bautismo y la Confirmación y nos hace crecer en el amor al prójimo. Fortaleciéndonos en la caridad, nos perdona los pecados veniales y nos preserva de los pecados mortales para el futuro.

294. ¿Por qué se dice que la Eucaristía es «prenda de la gloria futura»?
La Eucaristía es prenda de la gloria futura porque nos colma de toda gracia y bendición del cielo, nos fortalece en la peregrinación de nuestra vida terrena y nos hace desear la vida eterna, uniéndonos a Cristo, sentado a la derecha del Padre, a la Iglesia del cielo, a la Santísima Virgen y a todos los santos.
«En la Eucaristía, nosotros partimos "un mismo pan que es remedio de inmortalidad, antídoto no para morir, sino para vivir en Jesucristo para siempre"» (San Ignacio de Antioquía).

La marioneta

9/7/07

Para reflexionar:



" Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan, y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat seria la serenata que le ofrecería a la luna.
Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.
Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse!
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
¡A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. "


Gabriel García Márquez.

7/7/07

La Misa es el centro, el fundamento, la fuente de vida de los cristianos. Sin embargo, la Eucaristía es uno de los sacramentos más devaluados socialmente. Más de una vez he oído frases tan absurdas para un cristiano como “a mí nadie me tiene que decir que vaya a Misa” “se creen que por ir a Misa son mejores” “soy cristiano no practicante” y otras tantas. No cabe duda que tales expresiones son pronunciadas desde la ignorancia, si tuviéramos una leve conciencia de que al participar, debida y activamente, en este sacramento nos unimos a toda la Iglesia, del Cielo, del Purgatorio y de la Tierra, para ofrecernos junto con Cristo al Padre. Si nos diésemos cuenta que Jesús está realmente presente en medio de la comunidad reunida, en su palabra proclamada, en el sacerdote celebrante y en el pan y vino consagrados no sólo participaríamos en la Eucaristía los domingos sino en toda ocasión posible. Nunca llegaremos a tener un conocimiento perfecto del valor y significado de este Sacramento de Caridad pero sí podemos ahondar cada vez más en este gran misterio en el que Dios nos reconcilia con Él, se nos hace alimento, compañero de camino, confidente, verdadero amigo.

Procuremos formarnos y a la vez, por el amor a la Eucaristía, conformarnos en nuestro Señor Jesús.

Haz siempre el bien

3/7/07

Casi con total seguridad, la mayor parte de los pecados de los cristianos son pecados de omisión. Constantemente se nos presentan oportunidades para hacer el bien que dejamos pasar de forma intencionada o sin ser concientes de dichas oportunidades. Hacer el bien es fácil, es sencillo; orar por las necesidades del mundo y de la Iglesia, vivir siempre en Gracia, tener siempre buen ánimo, escuchar, acompañar, perdonar, denunciar las injusticias, realizar algún tipo de voluntariado y, así, un largo etc.

Debemos ejercitarnos siempre en la caridad porque Dios es Amor "Deus Caritas est". Cada vez que obramos en caridad recuperamos la imagen de Dios en nosotros “a imagen de Dios los creo” .
Ojalá se vuelva a decir de los cristianos " mirad como se aman ".