La Misa es el centro, el fundamento, la fuente de vida de los cristianos. Sin embargo, la Eucaristía es uno de los sacramentos más devaluados socialmente. Más de una vez he oído frases tan absurdas para un cristiano como “a mí nadie me tiene que decir que vaya a Misa” “se creen que por ir a Misa son mejores” “soy cristiano no practicante” y otras tantas. No cabe duda que tales expresiones son pronunciadas desde la ignorancia, si tuviéramos una leve conciencia de que al participar, debida y activamente, en este sacramento nos unimos a toda la Iglesia, del Cielo, del Purgatorio y de la Tierra, para ofrecernos junto con Cristo al Padre. Si nos diésemos cuenta que Jesús está realmente presente en medio de la comunidad reunida, en su palabra proclamada, en el sacerdote celebrante y en el pan y vino consagrados no sólo participaríamos en la Eucaristía los domingos sino en toda ocasión posible. Nunca llegaremos a tener un conocimiento perfecto del valor y significado de este Sacramento de Caridad pero sí podemos ahondar cada vez más en este gran misterio en el que Dios nos reconcilia con Él, se nos hace alimento, compañero de camino, confidente, verdadero amigo.
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18 comentarios:
¡Que bien has cambiado el post, es que si no me aburro!.
¡Vaya! ¿Y de donde has sacado ese dibujo tan bonito?
El pez, las uvas, las espigas, me recuerda a mi Diócesis, no se porqué
Por desgracia Ignacio esas frases son las que uno siempre tiene que escuchar, sobre todo esta, "se creen que por ir a misa son mejores” y yo digo, sino fuéramos cómo seriamos entonces ó “yo creo que algo habrá pero no se que será, pero algo hay”, estos no son cristiano en el amplio sentido de la palabra, ser cristiano y vivir la Eucaristía es como decía el Padre Pío:
Celebrando la Eucaristía había que poner en paralelo la cronología de la Misa y la de la Pasión.
Se trata de comprender y de darse cuenta, en primer lugar, de que el Sacerdote en el Altar es Jesucristo.
Desde ese momento Jesús en su Sacerdote, revive indefinidamente la Pasión.
Desde la Señal de la Cruz inicial hasta el Ofertorio.
Es necesario reunirse con Jesús en Getsemaní.
Hay que seguir a Jesús en su agonía, sufriendo ante esta "marea negra" de pecado. Hay que unirse a Él en el dolor de ver que la Palabra del Padre, que Él ha venido a traernos, no será recibida o será recibida muy mal por los hombres.
Hay que escuchar las lecturas de la Santa Misa como estando dirigidas personalmente a nosotros.
El Ofertorio, es el arresto. La Hora ha llegado.
El Prefacio, es el canto de alabanza y de agradecimiento que Jesús dirige al Padre que le ha permitido llegar por fin a esta "Hora".
Desde el comienzo de la Plegaria Eucarística hasta la Consagración.
Nos encontramos con Jesús en la prisión, en su atroz flagelación, su coronación de espinas y su camino de la cruz por las callejuelas de Jerusalén teniendo presente en el "memento" a todos los que están allí y a todos aquellos por los que pedimos especialmente.
La Consagración es, místicamente, la crucifixión del Señor.
La Consagración nos da el Cuerpo entregado ahora, la Sangre derramada ahora.
Es místicamente, la crucifixión del Señor. Por esto San Pío de Pietrelcina sufría atrozmente en este momento de la Misa.
Nos reunimos enseguida con Jesús en la Cruz y ofrecemos desde este instante, al Padre, el Sacrificio Redentor.
Es el sentido de la oración litúrgica que sigue inmediatamente a la Consagración.
El "Por Él, con Él y en Él"
corresponde al grito de Jesús:
"Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu".
Desde ese momento el Sacrificio es consumado y aceptado por el Padre.
Los hombre ya no están separados de Dios y se vuelven a encontrar unidos.
Es la razón por la que, en este momento, se recita la oración de todos los hijos: "Padre Nuestro".
La fracción del Pan marca la muerte de Jesús.
El momento de la Resurrección.
El instante en el que el Sacerdote, habiendo quebrado la Hostia, símbolo de la muerte de Jesús, deja caer una partícula del Cuerpo de Cristo en el Cáliz de la preciosa Sangre, marca el momento de la Resurrección, pues el Cuerpo y la Sangre se reúnen de nuevo y es a Cristo vivo a quien vamos a recibir en la comunión.
La bendición del Sacerdote.
Marca a los fieles con la cruz, como signo distintivo y a la vez como escudo protector contra las astucias del Maligno.
Se comprende que después de haber oído de la boca del P. Pío esta explicación, sabiendo bien que él vivía dolorosamente esto, me haya pedido seguirle por este camino, lo que hago cada día y con ¡cuánta alegría!.
La Misa es el Sacrificio incruento de la Cruz.
Ignacio, esto es lo mejor que El nos dejó, su legado, a El mismo.
Sin la Eucaristía no tenemos vida.
¿Tú eres sacerdote de Jesucristo?
Te lo he puesto como lo explica el Padre Pío, porque lo hace mejor que yo, ya que él, además lo experimentaba en su propio cuerpo, a traves del sufrimiento que tenía por las llagas con que Nuestro Señor le había regalado.
Me hubiera gustado conocerle y haber asistido a una de sus Eucaristías.
Oye, ¿eres sacerdote?
¿Me podrías por favor contestar sólo a esta pregunta? Gracias anticipadas.
No soy sacerdote
Sí me gustaría seguir permaneciendo en el anonimato por eso agradecería que no me formulasen preguntas o, al menos, que no se molesten por no responderlas.
Gracias
Bueno, muchas gracias por contestar Ignacio.
Me habías parecido un sacerdote.
El Olivo, aquí podiamos poner también a la Virgen de la Oliva.
Ahora me voy a Misa, pero luego te cuento una cosa a ver si te parece bien.
Hola, lo que quería decirte es que como tu blog se llama "El Olivo", quisiera ofrecérselo, si a tí no te importa a la Virgen de la Oliva, Ella irá vestida de verde, ¿verdad?
Debe ser por eso que me gustan tanto las aeitunas.
Claro todos estamos unidos, los de arriba con los de aquí abajo formamos un sólo Ejercito, el ejército de Dios.
pUES HABLAS COMO UN SACERDOTE, si no estás casado, tAL VEZ TE LLAME EL sEÑOR PARA QUE LE TENGAS ENTRE TUS MANOS.
BUENO, NO ME HAGAS CASO.
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