"Desde mi punto de vista, el perdón supone dar cinco pasos.
El primer paso es aceptar y permitir el dolor, tengo que aceptar que me ha dolido, no debo disculpar enseguida al otro, como que no tiene la culpa, porque a mi me ha dolido.
El segundo es permitir que se exprese la ira, es justamente la ira la que me deja echar de adentro mío al otro, guardar una distancia sana frente al otro. Si no puedo perdonarle, entonces le doy poder, sigo vinculado, atado, pendiente de él, y mediante la ira puedo expresar: yo lo echo de adentro mío, entonces empiezo a sentir la ambición de poder vivir por mi mismo, sin depender del otro.
El tercer paso es describir objetivamente que es lo que pasó, ¿porque me he sentido tan herido?, ¿la palabra del otro acaso ha abierto una antigua llaga en mi alma?, trato de comprender que es lo que ha pasado en mi y en el otro, sin hacer una evaluación.
Recién entonces va a llegar el cuarto paso, que es perdonar, y que quiere decir no permitir que afloren los sentimientos de culpa, perdonar es un acto terapéutico, de liberación. Yo me libero de la energía negativa del otro, si no puedo perdonar entonces sigo ligado a él y le doy demasiado poder.
Conozco personas que no sanan porque no están en condiciones de perdonar, perdonar evidentemente es condición previa para sanar. Un hermano que acompaña a moribundos me ha dicho que algunas personas no pueden morir porque no pueden perdonar, siguen todavía manteniéndose aferrados a las viejas heridas, y solo cuando perdonan pueden morir, confirmamos entonces que perdonar es un acto terapéutico, es liberarse del poder del otro.
Y en el quinto paso "las llagas deben transformarse en perlas", allí donde el otro ha herido, ahí me duele, ahí se ha abierto una herida, pero esa herida también puede ser algo valioso, en una herida puedo descubrir mi propia capacidad de hacer las cosas bien, y cuando he traducido la herida en perla, en algo valioso, entonces no me muevo en torno a ella permanentemente, sino que se que me ha permitido desarrollar nuevas capacidades, para convertirme en una persona mejor.
En la Biblia , Jesús nos muestra un camino para encontrar la calma. Leeré rápidamente un texto del Evangelio de San Mateo donde se habla justamente de esta tranquilidad, Jesús dice en el capítulo 11: "vengan todos hacia Mí los que tienen que llevar pesadas cargas, Yo les procuraré tranquilidad, llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mi que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas".
Jesús promete calma a aquellos que llevan cargas pesadas, ahora la pregunta que nos debemos plantear es: ¿qué tipo de personas son?. En el caso de los judíos eran aquellas personas que querían cumplir al pie de la letra todas las leyes, ese hoy no es el caso entre nosotros, pero todos conocemos personas que quieren cumplir con leyes interiores, con las leyes de su propia ambición. Está bien practicar deportes, hacer jogging, comer bien, pero hay personas que se sobreexigen con ello, porque permanentemente plantean o reivindican ciertas metas, por ejemplo: "todos los días tengo que correr diez kilómetros", entonces todo se convierte en rendimiento y nada llega a la calma por cuanto se ven presionados permanentemente por esa ambición interior. "
Extraído de una conferencia en Argentina del monje benedictino alemán Anselm Grün.
6 comentarios:
Perdonar, cuando te piden perdón porque antes han reconocido sus errores y han hecho propósito de cambiar, cuando esto no ocurre, no sirve de nada perdonar, aunque yo perdone que no tengo nada que perdonar porque el daño no es a mí, el daño que han hecho es a un montón de gente, es sólo Dios quién puede otorga el perdón, y lo único que se puede hacer por esas personas, es rezar para que se conviertan, nada más y Dios les envié la claridad a su espíritu, de lo contrario, sería seguir dando siempre las mismas vueltas a los mismos errores, hay cosas que sólo las puede solucionar El y esta es una de ellas, porque el daño no es a mí, es a Dios y sólo desde una conversión y el dolor profundo pueden ciertas personas cambiar. Pero la cosa está muy difícil, porque se necesita una humildad que ciertas personas no tienen y sin la humildad, Dios no otorga el perdón.
La soberbia es un pecado puramente espiritual que se cura sólo con actos de humildad, eso nos hace reconocer que no somos nada ante Dios.
El soberbio es autosuficiente, porque cree que se basta por sí mismo y no necesita a nadie, nada más que a los que le están todo el día regalando el oído porque no tienen personalidad.
Además se complacen en ello y se sienten satisfechos.
Es el pecado por el cual los Ángeles cayeron.
A propósoto de este pecado dejo aquí una historia tibetana, que lo explica muy bien, para quién desee leerlo.
LA SOBERBIA DEL ARBOL
Leyenda tibetana
Dicen que hace muchísimo tiempo a los árboles no se les caían las hojas Y sucedió que un anciano iba vagando por el mundo desde joven, su propósito era conocerlo todo. Al final estaba muy pero que muy cansado de subir y bajar montañas atravesar ríos, praderas y andar y andar.
De manera que decidió subir a la más alta montaña del mundo, desde donde, quizás, podría ver y conocerlo todo antes de morir.
Lo malo es que la montaña era tan alta que para llegar a la cumbre había que atravesar las nubes y subir más alto que ellas. Tan alta que casi podía tocar la luna con la mano extendida.
Pero al llegar a lo más alto, comprobó que solo podía distinguir un mar de nubes por debajo suyo y no el mundo que deseaba conocer.
Resignado decidió descansar un poco antes de continuar con su viaje.
Siguió andando hasta que encontró un árbol gigantesco. Al sentarse a su gran sombra no pudo menos que exclamar:
—¡Los dioses deben protegerte, pues ni la ventisca ni el huracán han podido abatir tu grandioso tronco ni arrancar una sola de tus hojas!
—Ni mucho menos, —contestó el árbol sacudiendo sus ramas con altivez y produciendo un gran escándalo con el sonido de sus hojas—, el maligno viento no es amigo de nadie, ni perdona a nadie, lo que ocurre es que yo soy más fuerte y hermoso. El viento se detiene asustado ante mí, no sea que me enfade con él y lo castigue, sabe bien que nada puede contra mí.
El anciano se levantó y se marchó, indignado de que algo tan bello pudiese ser tan necio como lo era ese árbol.
Al rato el cielo se oscureció y la tierra parecía temblar
Apareció el viento en persona: —¿Qué tal arbolito? —rugió el viento—, así que no soy lo bastante potente para ti, y te tengo miedo? ¡Ja, ja, ja!
Al sonido de su risa todos los arboles del bosque se inclinaron atemorizados.
—Has de saber que si hasta ahora te he dejado en paz ha sido porque das sombra y cobijo al caminante, ¿No lo sabías?
—No, no lo sabía.
—Pues mañana a la luz del sol tendrás tu castigo, para que todos vean lo que les ocurre a los soberbios, ingratos y necios.
—Perdón, ten piedad, no lo haré más.
—¡Ja, ja, ja, de eso estoy seguro, ja, ja ja!
Mientras transcurría la noche el árbol meditaba sobre la terrible venganza del viento. Hasta que se le ocurrió un remedio que quizás le permitiese sobrevivir a la cólera del viento.
Se despojó de todas sus hojas y flores. De manera que a la salida del sol, en vez de un árbol magnífico, rey de los bosques, el viento encontró un miserable tronco, mutilado y desnudo.
Al verlo, el viento se echó a reir, cuando pudo parar le dijo así al árbol:
—En verdad que ahora ofreces un espectáculo triste y grotesco. Yo no hubiese sido tan cruel, que mayor venganza para el orgullo que la que tu mismo te has infringido, de ahora en adelante, todos los años tu y tus descendientes, que no quisisteis inclinaros ante mi, recuperarás esta facha, para que nunca olvidéis que no se debe ser necio y orgulloso.
Por eso los descendientes de aquel antiguo árbol pierden las hojas en otoño. Para que nunca olviden que nada es más fuerte que el viento.
Si en algo queréis ayudar a que Dios resuelva este gran problema, rezar.
Los post ya no sirven. Sólo la oración.
Primera vez que paso por este blog, volveré. Bendiciones.
"El Señor es el único que puede tocar los corazones, y la oración nunca deja de ser escuchada"
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