El sacramento de la Penitencia es de entre todos los sacramentos el más olvidado. Cada vez la gente se confiesa menos, quizás sea porque hemos ido perdiendo la conciencia de estar en pecado y porque desconocemos la experiencia de sentirnos perdonados y llenos de gracia divina. Ciertamente la confesión es un milagro, es Cristo mismo quien, cuál si fuésemos Lázaro, nos resucita de la muerte del pecado.
Creo que fue Santa Teresea de Jesús la que decía que para confesarnos buscásemos un buen sacerdote que fuese santo y sabio y si no encontrábamos un confesor que reuniese esas dos características al menos que fuese sabio. También escuché una vez que una confesión bien hecha es el mejor de los exorcismos.
Reconsideremos este sacramento de curación, estimémoslo y acudamos con frecuencia a él.
Referente a la confesión he extraído lo siguiente del compendio del Catecismo.
297. ¿Por qué hay un sacramento de la Reconciliación después del Bautismo?
Puesto que la vida nueva de la gracia, recibida en el Bautismo, no suprimió la debilidad de la naturaleza humana ni la inclinación al pecado (esto es, la concupiscencia), Cristo instituyó este sacramento para la conversión de los bautizados que se han alejado de Él por el pecado.
299. ¿Tienen necesidad los bautizados de conversión?
La llamada de Cristo a la conversión resuena continuamente en la vida de los bautizados. Esta conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia, que, siendo santa, recibe en su propio seno a los pecadores.
La llamada de Cristo a la conversión resuena continuamente en la vida de los bautizados. Esta conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia, que, siendo santa, recibe en su propio seno a los pecadores.
300. ¿Qué es la penitencia interior?
La penitencia interior es el dinamismo del «corazón contrito» (Sal 51, 19), movido por la gracia divina a responder al amor misericordioso de Dios. Implica el dolor y el rechazo de los pecados cometidos, el firme propósito de no pecar más, y la confianza en la ayuda de Dios. Se alimenta de la esperanza en la misericordia divina.
La penitencia interior es el dinamismo del «corazón contrito» (Sal 51, 19), movido por la gracia divina a responder al amor misericordioso de Dios. Implica el dolor y el rechazo de los pecados cometidos, el firme propósito de no pecar más, y la confianza en la ayuda de Dios. Se alimenta de la esperanza en la misericordia divina.
301. ¿De qué modos se expresa la penitencia en la vida cristiana?
La penitencia puede tener expresiones muy variadas, especialmente el ayuno, la oración y la limosna. Estas y otras muchas formas de penitencia pueden ser practicadas en la vida cotidiana del cristiano, en particular en tiempo de Cuaresma y el viernes, día penitencial.
La penitencia puede tener expresiones muy variadas, especialmente el ayuno, la oración y la limosna. Estas y otras muchas formas de penitencia pueden ser practicadas en la vida cotidiana del cristiano, en particular en tiempo de Cuaresma y el viernes, día penitencial.
302. ¿Cuáles son los elementos esenciales del sacramento de la Reconciliación?
Los elementos esenciales del sacramento de la Reconciliación son dos: los actos que lleva a cabo el hombre, que se convierte bajo la acción del Espíritu Santo, y la absolución del sacerdote, que concede el perdón en nombre de Cristo y establece el modo de la satisfacción.
303. ¿Cuáles son los actos propios del penitente?
Los actos propios del penitente son los siguientes: un diligente examen de conciencia; la contrición (o arrepentimiento), que es perfecta cuando está motivada por el amor a Dios, imperfecta cuando se funda en otros motivos, e incluye el propósito de no volver a pecar; la confesión, que consiste en la acusación de los pecados hecha delante del sacerdote; la satisfacción, es decir, el cumplimiento de ciertos actos de penitencia, que el propio confesor impone al penitente para reparar el daño causado por el pecado.
304. ¿Qué pecados deben confesarse?
Se deben confesar todos los pecados graves aún no confesados que se recuerdan después de un diligente examen de conciencia. La confesión de los pecados graves es el único modo ordinario de obtener el perdón.
305. ¿Cuándo se está obligado a confesar los pecados graves?
Todo fiel, que haya llegado al uso de razón, está obligado a confesar sus pecados graves al menos una vez al año, y de todos modos antes de recibir la sagrada Comunión.
Todo fiel, que haya llegado al uso de razón, está obligado a confesar sus pecados graves al menos una vez al año, y de todos modos antes de recibir la sagrada Comunión.
306. ¿Por qué también los pecados veniales pueden ser objeto de la confesión sacramental?
La Iglesia recomienda vivamente la confesión de los pecados veniales aunque no sea estrictamente necesaria, ya que ayuda a formar una recta conciencia y a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo y a progresar en la vida del Espíritu.
310. ¿Cuáles son los efectos de este sacramento?
Los efectos del sacramento de la Penitencia son: la reconciliación con Dios y, por tanto, el perdón de los pecados; la reconciliación con la Iglesia; la recuperación del estado de gracia, si se había perdido; la remisión de la pena eterna merecida a causa de los pecados mortales y, al menos en parte, de las penas temporales que son consecuencia del pecado; la paz y la serenidad de conciencia y el consuelo del espíritu; el aumento de la fuerza espiritual para el combate cristiano.
8 comentarios:
La conversión, la conversión ha de ser constante.
Nos creemos que somos unos santitos y según avanzas te das cuenta que continuamente necesitamos convertirnos, porque seguimos fallando, no sólo en el pecado, en la debilidades, si no también en la forma de amar, en la entrega a los demás, en lo egoístas que somos para el Señor, en el anhelo de llevar una vida de más piedad.
Y tenemos que prepararnos para lo que nos viene, de lo contrario sucumbiremos.
La paz y la serenidad de conciencia y el consuelo del espíritu; el aumento de la fuerza espiritual para el combate cristiano.
A veces, cuando he pedido a algún sacerdote que me bendijera con las manos suyas en mi cabeza, he sentido al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo tiene una fuerza tremenda.
A veces es fuego abrasador, otras dulce brisa y otras veces es arrasador como un huracán, pero para bien.
Necesitamos orar mucho al gran olvidado, El Espíritu Santo, El es el que transforma todo, el que renueva, el que purifica, el que te da la fuerza para seguir adelante, es el mismo Espíritu del Padre, cuando te visita el Espíritu, es El Padre el que viene a nosotros.
El Padre...
¡Es maravilloso!
Padre!
Abba Padre.
Jesús hablaba constatemente con su Padre, pues siempre le tenía presente y cuando se retiraba a orar, buscaba siempre los lugares mas solitarios, de más silencio y cuanto más altos mejor, porque el aire es mas puro.
Santa Teresea de Jesús la que decía que para confersanos buscásemos un buen sacerdote que fuese santo y sabio y si no encontrábamos un confesor que reuniese esas dos características al menos que fuese sabio.
- Mejor Santo, es mi opinión porque lo he podido comprobar,
el Santo esta más cerca de Dios que el sabio y con la sola presencia del Santo, Dios se manifiesta mejor.
el ayuno, la oración y la limosna.
Esto está hoy prácticamente perdido, sobre todo el ayuno y la limosna y es muy necesario para combatir al demonio.
Aunque en la confesión, es Cristo mismo el que te confiesa, pero cuanto más Santo sea el sacerdote muchísimo mejor.
Porque la Santidad del sacerdote dará hijos espirituales santos.
También Dios me lo ha mostrado en las comparaciones.
Aunque no se debe de rechazar a nadie, pero para la dirección espiritual hay que buscarse un buen sacerdote.
De lo contrario, será el mismo Dios quién te lleve.
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