El pasaje bíblico de la última cena nos relata cómo los discípulos se interrogaban ante las palabras de Jesús; "uno de vosotros me va a entregar". Ciertamente el Señor conoce hasta lo más íntimo de nuestro ser pero nosotros ¿conocemos nuestro corazón?. Puede suceder que a lo largo de la vida vivamos momentos de fidelidad extrema a Cristo, como la del discípulo amado que estuvo al pie de la cruz o, por el contrario, momentos de cinismo y de traición, como la de Judas. Cuántas veces la respuesta a la pregunta "¿Seré yo, Señor?" es afirmativa; nuestra pasividad, indiferencia, ingratitud, son realmente traiciones a Aquel que se ha entregado por nosotros. Este segundo domingo de Pascua la Iglesia nos presenta el fragmento evangélico de la duda de Santo Tomás, es bastante común entre nosotros tener esa extrañísima actitud de formar parte de la Iglesia y, sin embargo, no creer realmente. No deja de ser un sinsentido pero ocurre.
Que el Crucificado y Resucitado nos conceda la gracia de conocerlo y de conocernos. Que Él nos haga avanzar por el camino de la santidad de forma que llegue el día en que nuestros sentimientos y acciones sean iguales a las suyas.
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