Es tradición en la Iglesia dedicar el mes de mayo a la Virgen María. Esta tradición se puede concretar en el rezo diario del rosario, en peregrinar hacia algún templo mariano, en colocar en un lugar destacado una imagen de la Virgen honrándola con flores y plegarias, etc. La Virgen es la perfecta creyente que todos debemos imitar. Un buen ejercicio sería tenerla a Ella como un espejo en el que mirarnos intentando, poco a poco, ser más semejantes a Ella, que aceptando la Palabra de Dios en su vida la hizo carne de su carne trayéndonos así la salvación del mundo. Otro buen ejercicio es procurar tener con nuestra madre del Cielo los mismos sentimientos de ternura y afecto que tenemos con nuestra madre terrena. Ella también es realmente nuestra madre. Dirijámonos a María constantemente, imploremos su protección, y roguésmole que nos alcance la gracia divina para alcanzar la salvación.
Santa María, ruega por nosotros
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