El 11 de noviembre- fecha que desde hace unos años no me pasa inadvertida- celebra la Iglesia la memoria de San Martín de Tours, un santo muy querido para los franceses, y muy popular en todo el mundo. Nació en Hungría, pero sus padres se fueron a vivir a Italia. Era hijo de un veterano del ejército y a los 15 años ya vestía el uniforme militar. Una noche vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado a un pobre y oyó que le decía: "Martín, hoy me cubriste con tu manto". Luego de esta visión renunció a las armas y decidió seguir a Cristo en una milicia más noble. En seguida se fue a Poitiers donde era Obispo el gran sabio San Hilario, el cual lo recibió como discípulo y se encargó de instruirlo. Como Martín sentía un gran deseo de dedicarse a la oración y a la meditación, San Hilario le cedió unas tierras en un sitio muy solitario y allá fue con varios amigos, fundando el primer convento o monasterio que hubo en Francia. En esa soledad estuvo diez años dedicado a orar, a hacer sacrificios y a estudiar las Sagradas Escrituras. En Tours fundó otro convento y pronto tenía ya 80 monjes. Y gracias a los milagros, la redicación, y la piedad del nuevo Obispo, pronto desapareció el paganismo en esa región.
Imitemos a San Martín ejercitando con nuestro prójimo la caridad y estrechando nuestra relación con el Señor en la oración.
Datos de la Hagiografía extraídos de Aci Prensa
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