Conocer al Señor

10/10/07


SALMO 22

El Señor es mi pastor,nada me falta;
en verdes praderas me hace recostar

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo
por el honor de su nombre

Aunque camine por cañadas oscuras
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí
enfrente a mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin términos.

He colocado este salmo tan hermoso para poder entender la siguiente historia y formularnos cada uno la pregunta ¿Conozco al Pastor?

"Al final de una cena en un castillo inglés, un famoso actor de teatro entretenía a los huéspedes declamando textos de Shakespeare. Después se ofreció a que le pidieran alguna pieza extra. Un tímido sacerdote preguntó al actor si conocía el salmo 22. El actor respondió: ‘Sí, lo conozco, pero estoy dispuesto a recitarlo con una condición; que después lo recite usted’. El sacerdote se sintió incómodo, pero accedió. El actor hizo una bellísima interpretación, con una dicción perfecta: ‘El Señor es mi Pastor, nada me falta...’ Al final, los huéspedes aplaudieron vivamente. Llegó el turno al sacerdote, que se levantó y recitó las mismas palabras del salmo. Esta vez, cuando terminó, no hubo aplausos, solo un profundo silencio y el inicio de lágrimas en algún rostro. El actor se mantuvo en silencio unos instantes, después se levantó y dijo: ‘Señoras y señores, espero que se hayan dado cuenta de lo que ha sucedido esta noche: yo conocía el salmo, pero este hombre conoce al Pastor”.

(Extraído del blog "soy cristiano")

La oración del Rosario

7/10/07

"El día 7, domingo próximo, celebraremos la fiesta de la Virgen del Rosario, y es como si, cada año, Nuestra Señora nos invitara a redescubrir la belleza de esta oración, tan sencilla y profunda. El amado Juan Pablo II fue gran apóstol del Rosario: le recordamos arrodillado con la corona entre las manos, inmerso en la contemplación de Cristo, como él mismo invitó a hacer con la Carta Apostólica «Rosarium Virginis Mariae». El Rosario es oración contemplativa y cristocéntrica, inseparable de la meditación de la Sagrada Escritura. Es la oración del cristiano que avanza en la peregrinación de la fe, en el seguimiento de Jesús, precedido por María. Desearía invitaros, queridos hermanos y hermanas, a rezar el Rosario durante este mes en familia, en las comunidades y en las parroquias por las intenciones del Papa, por la misión de la Iglesia y por la paz del mundo. "
Palabras de Benedicto XVI el día 1 de Octubre.

Os animo a todos ha seguir la recomendación del Papa y reavivar así la costumbre de rezar una parte del rosario diariamente y a poder ser en familia. Para ello os coloco este enlace donde podéis rezar de forma interactiva el Rosario.


Soneto

1/9/07



Pues le quieres hacer el monumento
en mis entrañas a tu cuerpo amado,
limpia, suma limpieza, de pecado,
por tu gloria y mi bien, el aposento.


Si no, retratarás tu nacimiento,
pues entrado en mi pecho disfrazado,
te verán en Pesebre acompañado
de brutos Apetitos que en mí siento.


Hoy te entierras en mí con propia mano,
que soy sepulcro, aunque a tu ser estrecho,
indigno de tu cuerpo soberano.


Tierra te cubre en mí, de tierra hecho;
la conciencia me presta su gusano;
mármol para cubrirte dé mi pecho.
(Francisco de Quevedo)

Tu nombre Señor

29/8/07

Cuando una persona ama a otra el simple hecho de pronunciar su nombre evoca muchísimos pensamientos y sentimientos. De alguna forma el nombre de quien amamos sintetiza a toda su persona. Ser cristiano es ser enamorado de Cristo. Por lo tanto, repetir conscientemente el nombre de Jesús es hacerlo presente, es reavivar nuestros sentimientos hacía Él, es hacer oración. Coger el rosario, ir pasando las cuentas repitiendo el nombre de Jesús es una práctica que recomiendo a todos. Es un modo de orar sencillo, profundo y muy hermoso.

Perú

24/8/07


Aunque ya han pasado unos días desde que ocurrió la tragedia quisiera hacer un llamamiento, desde este modesto blog, a la oración por Perú. El terrible terremoto que ha sacudido parte de este país sudamericano ha dejado centenares de fallecidos, familias rotas por la pérdida de seres queridos, de sus casas, de sus pueblos, etc.
Oremos, pues, por ellos, para que el Señor mueva los corazones y haga que las naciones se involucren en la reconstrucción, para que todas las víctimas se sientan reconfortadas, esperanzadas, para que la luz de Cristo ilumine sus vidas y para que todos los difuntos descansen en paz.

Que todos los peruanos sientan nuestra cercanía material y espiritual.

La oración de toda la Iglesia

22/8/07


"La Liturgia de las Horas es la oración de la Iglesia que alabando a Dios e intercediendo por los hombres, prolonga en la tierra la función sacerdotal de Cristo. Ahora bien, la Iglesia la forman todos "aquellos hombres a los que Cristo ha hecho miembros de su Cuerpo, la Iglesia, mediante el sacramento del bautismo", no únicamente una parte de ellos; por consiguiente, la Liturgia de las Horas "pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia", no sólo a los sacerdotes y religiosos contemplativos, como se ha venido pensando durante los últimos siglos. La capacitación para tomar parte en esta oración no es, por tanto, consecuencia del sacramento del orden ni de la profesión monástica, sino del bautismo y de la confirmación. La entrega del Padrenuestro a los catecúmenos, tal como se realiza en la iniciación cristiana de adultos, viene a ser como el rito expresivo de que todo bautizado recibe la misión de orar en nombre y como miembro de la Iglesia. Este libro que la Iglesia pone en manos de los fieles quiere, pues, devolver la oración eclesial a sus verdaderos destinatarios, es decir, a todos los bautizados."

La Iglesia recomienda insistentemente a todos los laicos el rezo de la Liturgia de las Horas. Os animo a ello aunque solo sea con el rezo de las dos principales horas; Laudes y Vísperas. Para ello tenéis habilitado un enlace en este blog.

¡ Cuánta belleza !

19/8/07


Por las tardes suelo dar un paseo por la costa cercana a mi casa. Me gusta contemplar el mar, el cielo y ese abanico de colores suaves que se producen en el atardecer cercano ya al ocaso. Uno se queda absorto ante tanta belleza. La verdad, me cuesta creer que haya personas que niegan la existencia de Dios cuando toda la creación habla de Él. Es imposible que todas las maravillas que contemplamos en la naturaleza tengan un origen casual. El Universo entero nos convoca a la fe.
Aprendamos a contemplar.


La casulla


Desgraciadamente, se ha generalizado entre muchos sacerdotes la costumbre de celebrar la Misa sin casulla, tan sólo con alba y estola. La belleza y expresividad de los símbolos litúrgicos nos ayudan a adentrarnos en el misterio de Dios, por este motivo se debe prestar especial atención al cuidado de la liturgia. Concretamente la casulla, según me comentó un liturgista, simboliza la virtud de la caridad que debe cubrir a todo el sacerdote.

Nos dice la Institución General del Misal Romano, documento que en su tercera edición fue promulgado por Juan Pablo II en el 2000 y que regula la celebración de la Misa en el rito romano de la Iglesia Católica que, la casulla -puesta encima del alba y de la estola- es la vestidura propia del sacerdote para la celebración de la misa y los ritos directamente relacionados con ella. Igualmente los sacerdotes concelebrantes deben utilizar la casulla, pudiendo omitirla tan sólo cuando no hubiere suficientes vestiduras, aunque el celebrante principal debe siempre portarla. Conforme el Ceremonial de los Obispos, promulgado en 1983, es también la vestidura exterior propia de los obispos cuando celebran la misa. La casulla debe concordar con el color litúrgico determinado por la legislación eclesiástica.
Ojalá todos los sacerdotes cuiden la liturgia y celebren correctamente la Eucaristía.

La alegría de ser cristiano

17/8/07

"Estad siempre alegres"

La experiencia de la fe, nacida del encuentro personal con Dios, es el sustrato para el florecimiento de una hermosa virtud: la alegría. Sin lugar a dudas, confiar plenamente en Jesús, sabernos amados, relacionarnos asiduamente con Él en la oración, vivir el Evangelio, en definitiva, ir transformando nuestros sentimientos y nuestro proceder en los suyos nos hacen estar en paz y sentirnos hondamente alegres. Estar alegre es una seña de identidad del cristiano. Los santos han sabido vivir intensamente esta virtud que aleja de tantas tentaciones, de tantos pecados y que es también uno de los frutos del Espíritu Santo.
Irradiemos la alegría de la fe a nuestro alrededor e iluminemos nuestro entorno con ella.

María asunta al Cielo

14/8/07

María
Ora pro nobis

Toda fiesta mariana es una oportunidad para meditar sobre algún aspecto concreto de la madre de Dios. En esta fiesta de la asunción de María al Cielo me parece acertado meditar sobre el papel de nuestra madre como poderosa intercesora de todos sus hijos.

El amor de madre es un amor indescriptible, constante, fortísimo. Es es el amor que más se parece al amor de Dios. Dicho esto, es conveniente recordar que realmente somos hijos de María y realmente Ella nos ama como madre que es. Por esta razón, no dudemos en implorar su protección, en pedir la gracia divina a través de Ella, en acogernos a Ella como el hijo que busca el calor materno. No dudemos en amarla, en imitarla.

La asunción de María se me antoja como el culmen de la obra prodigiosa que Dios inició en Ella. A Ella, que participa tan abundantemente de la Gloria y que es medianera de todas las gracias, elevemos nuestra plegaria para que interceda por la Iglesia y el mundo.

Los signos de la veneración Eucarística

12/8/07



Carta a los presbíteros y diáconos por Julián López Martín, Obispo de León (España).

"
.....Por último, os pido que pongáis en práctica las siguientes indicaciones y sugerencias, que afectan no sólo a la celebración de la Eucaristía sino también a su culto fuera de la Misa y a la misma Reserva eucarística. Su observancia tiene mucho que ver también con el comportamiento de los fieles en el interior de las iglesias.


1. Verdad y belleza de la celebración y del culto a la Eucaristía.

Antes de entrar en las sugerencias concretas, me parece oportuno recoger y comentar esta afirmación de la Exhortación Apostólica: “La relación entre el misterio creído y celebrado se manifiesta de modo peculiar en el valor teológico y litúrgico de la belleza. En efecto, la liturgia, como también la revelación cristiana, está vinculada intrínsecamente con la belleza: es veritatis splendor. En la liturgia resplandece el Misterio pascual mediante el cual Cristo mismo nos atrae hacia sí y nos llama a la comunión” (SCa 35). El Papa se refiere a una realidad mucho más profunda que una mera estética o armonía de las formas a la hora de celebrar la liturgia. Lo que está en juego, cuando se realiza una acción litúrgica, es la verdad del misterio que se hace presente en ella y que, a la vez, se oculta en el conjunto de signos, palabras y elementos que integran la celebración y que es necesario percibir claramente para entrar en contacto con él. La Iglesia no ha creado el ritual, los gestos, los símbolos, la música, etc., de su liturgia buscando la ceremonia, la majestuosidad o la pura solemnización, sino tratando de ayudar al hombre a entrar en comunión con Dios, para que le alabe del mejor modo posible y se deje santificar por Él. “La verdadera belleza (de la liturgia) es el amor de Dios que se ha revelado definitivamente en el Misterio pascual” (ib.). Por eso, celebrar bien no consiste en ejecutar fríamente unos actos o recitar de manera rutinaria unas fórmulas de plegaria. En este sentido, no se puede olvidar que la forma externa condiciona decisivamente las actitudes internas. De ahí que se debe cuidar con el mayor esmero todo aquello que facilita la comunicación visual y verbal en las acciones litúrgicas. Especialmente hoy, cuando todo el mundo está acostumbrado a ver y a escuchar a auténticos maestros de la expresión. Y esto afecta no solamente a la responsabilidad de los ministros, sino también a la necesaria educación litúrgica de los fieles que ocupan la nave, a los que se ha de considerar como verdaderos participantes en la parte que les corresponde como miembros del pueblo sacerdotal (cf. 1 Pe 2,5.9). “Conscientes de todo esto, hemos de poner gran atención para que la acción litúrgica resplandezca según su propia naturaleza” (ib.)


2. Los gestos de la veneración.

“Un signo convincente de la eficacia que la catequesis eucarística tiene en los fieles es sin duda el crecimiento en ellos del sentido del misterio de Dios presente entre nosotros. Eso se puede comprobar a través de manifestaciones específicas de veneración de la Eucaristía, hacia la cual el itinerario mistagógico debe introducir a los fieles. Pienso, en general, en la importancia de los gestos y de la postura, como arrodillarse durante los momentos principales de la plegaria eucarística” (SCa 65). Por su parte, la OGMR es muy clara al señalar: “(Los fieles) estarán de rodillas durante la consagración, a no ser que lo impida la enfermedad o la estrechez del lugar o la aglomeración de los participantes o cualquier otra causa razonable. Y, los que no pueden arrodillarse en la consagración, harán una profunda inclinación mientras el sacerdote hace la genuflexión después de ella” (n. 43). La Conferencia Episcopal Española no ha señalado otro gesto, lo que quiere decir que la norma general tiene pleno vigor en España. Allí donde la mayoría de los fieles permanece aún de pie durante la consagración, es necesario que, con claridad y paciencia, se les invite a recuperar el gesto de arrodillarse, explicándoles el sentido del estar de rodillas o de la inclinación profunda. Esta explicación debe hacerse antes de la celebración eucarística. En las iglesias en las que se instalaron bancos sin reclinatorio, los responsables deberían estudiar cómo hacer la oportuna adaptación a los mismos. Por otra parte, conviene también recordar a todos los fieles y enseñar a los más pequeños a poner en práctica la genuflexión, cuando pasan por delante del Santísimo Sacramento (cf. OGMR 274).


3. El modo de comulgar.

La OGMR, cuando se ocupa de la distribución de la Comunión a los fieles dice: “El sacerdote toma después la patena o la píxide y se acerca a los que van a comulgar, quienes, de ordinario, se acercan procesionalmente. A los fieles no les es lícito tomar por sí mismos ni el pan consagrado ni el sagrado cáliz y menos aún pasárselos entre ellos de mano en mano. Los fieles comulgan de rodillas o de pie, según lo haya establecido la Conferencia de los Obispos. Cuando comulgan de pie, se recomienda que, antes de recibir el Sacramento, hagan la debida reverencia del modo que determinen las citadas normas” (n. 160). Ya hace muchos años que en España se autorizó el recibir la comunión en la mano, correspondiendo a los fieles el usar o no de esta facultad. En su momento se indicó también el modo de hacerse. Anteriormente se había permitido así mismo comulgar de pie. Sin embargo las cosas se olvidan si no se recuerdan oportunamente, y a los niños, cuando se preparan para hacer la Primera Comunión, hay que enseñarles cómo deben proceder. Por eso no es infrecuente el que algunos fieles, al acercarse a comulgar, hacen ademán de quitar la Sagrada Forma de la mano del ministro. Otros se la llevan a la boca sobre la misma mano en la que la reciben. La indicación del Misal es clara, pero podría precisarse un poco más a la hora de explicarla a los fieles. En efecto, los fieles comulgarán habitualmente de pie, haciendo antes una inclinación de cabeza, pudiendo recibir la comunión en la boca o en la mano. Si eligen este último modo, extenderán una mano abierta ante el ministro con la otra debajo, también abierta. Una vez depositada la Sagrada Forma en la mano, la persona que va a comulgar se la llevará con la mano libre a la boca, delante del ministro, antes de retirarse. Si eligen el modo de comulgar de rodillas, no es necesaria ninguna otra reverencia. Tratándose de niños, puede ser eficaz un sencillo ensayo con formas no consagradas. Si se da la comunión bajo las dos especies, supuestas las condiciones exigidas para ello (cf. OGMR 282-287), cuando se hace “por intinción”, que es el modo más adecuado para hacerlo, deberá recibirse obligatoriamente en la boca. No está permitido a los que comulgan mojar por sí mismos la Sagrada Forma en el cáliz, ni recibir ésta en la mano una vez mojada.


4. La colocación del Sagrario y de la Sede.

“Es necesario que el lugar en que se conservan las especies eucarísticas sea identificado fácilmente por cualquiera que entre en la iglesia, gracias también a la lamparilla encendida. Para ello, se ha de tener en cuenta la estructura arquitectónica del edificio sacro: en las iglesias donde no hay capilla del Santísimo Sacramento, y el sagrario está en el altar mayor, conviene seguir usando dicha estructura para la conservación y adoración de la Eucaristía, evitando poner delante la sede del celebrante” (SCa 69). Por su parte la OGMR dice también: “El puesto más habitual de la Sede será de cara al pueblo al fondo del presbiterio, a no ser que la estructura del edificio o alguna otra circunstancia lo impida; por ejemplo, si, a causa de la excesiva distancia, resulta difícil la comunicación entre el sacerdote y la asamblea congregada o si el sagrario ocupa un lugar central detrás del altar” (OGMR 310; véanse también nn. 314-317). En la gran mayoría de nuestras iglesias el Sagrario sigue formando parte del retablo mayor y se encuentra, por tanto, detrás del altar de cara al pueblo, generalmente a la misma altura en que ha estado siempre. A veces, sobre todo en iglesias de reciente construcción, el Sagrario sobresale por encima de la cabeza del sacerdote celebrante. Pero, a tenor de los dos documentos citados, el problema lo ha planteado un equivocado concepto de lo que es la Sede. Ésta no es un asiento más, sino que debe significar la función presidencial en toda celebración litúrgica. Por eso ha de estar situada de manera que haga posible la comunicación del sacerdote con los fieles, para que éstos puedan verlo y oírlo fácilmente. Colocada la Sede detrás del altar, cuando el sacerdote la usa, produce la impresión de que está sentado a una mesa. Es cierto que muchas iglesias tienen un presbiterio muy reducido. Pero, teniendo en cuenta que la Sede ha de ser única y que, por tanto, no se requiere un asiento de cada lado, cabe ponerla en un lateral del presbiterio, en la parte opuesta a la del ambón. La Sede puede estar adosada a la pared de manera que el sacerdote, sentado, mira al ambón y escucha las lecturas como los demás fieles; y, cuando está de pie, puede volverse a la asamblea sin dificultad. En la concelebración, si no hay espacio en el presbiterio para los asientos de los concelebrantes o ministros, éstos se pueden situar delante de los fieles. Lo que importa es que se destaque la presidencia litúrgica -es uno solo el que preside- y que ningún ministro esté sentado o de pie inmediatamente delante del Sagrario dándole la espalda. Colocar la Sede delante del altar, tampoco es solución adecuada.


5. El cuidado de la Reserva eucarística.

Las normas de la Iglesia acerca de la dignidad, reverencia y seguridad que se han de observar en el lugar donde se guarda la Eucaristía son expresión y garantía de la fe y veneración de las comunidades eclesiales hacia el Santísimo Sacramento y han ser observadas escrupulosamente (cf. Código de Derecho Canónico, c. 934-944). Me refiero de manera particular al decoro del Sagrario, a la lámpara encendida y a la custodia de la llave, que nunca debe dejarse puesta en la cerradura ni junto al Sagrario, una vez terminada la celebración, sino en lugar seguro en la sacristía (cf. c. 938; 940). Ahora bien, la situación de las pequeñas parroquias de nuestra diócesis, especialmente en aquellos pueblos que se cierran durante el invierno o allí donde no es posible asegurar la Misa todos los domingos, obliga a que los párrocos y quienes hacen sus veces tomen las medidas oportunas. De ningún modo puede dejarse la Reserva eucarística en las iglesias de los pueblos que se cierran (cf. c. 934,2). En las iglesias en las que solamente se celebra la Misa una o dos veces al mes, para reservar el Santísimo Sacramento ha de procurarse que algún fiel, al menos, se responsabilice de su cuidado (cf. ib.), por ejemplo, visitando al Señor diariamente (cf. c. 937). De no ser así, es preferible que no se haga la Reserva. Cuando el Santísimo no esté reservado, se puede dejar abierta la puerta del Sagrario y la lámpara estará apagada.


6. Sobre los ministros extraordinarios de la comunión.

En la Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis el Papa Benedicto XVI se dirige a los ministros de la Eucaristía con estas palabras: “Pido a todos, en particular a los ministros ordenados y a los que, debidamente preparados, están autorizados para el ministerio de distribuir la Eucaristía en caso de necesidad real, que hagan lo posible para que el gesto, en su sencillez, corresponda a su valor de encuentro personal con el Señor Jesús en el Sacramento. Respecto a las prescripciones para una praxis correcta, me remito a los documentos emanados recientemente” (n. 50). Por su parte, la OGMR establece para la distribución de la Comunión: “Si están presentes otros presbíteros, pueden ayudar al sacerdote a distribuir la Comunión. Si no están disponibles y el número de comulgantes es muy elevado, el sacerdote puede llamar para que le ayuden, a los ministros extraordinarios, es decir, a un acólito instituido o también a otros fieles que para ello hayan sido designados. En caso de necesidad, el sacerdote puede designar para esa ocasión a fieles idóneos. Estos ministros no acceden al altar antes de que el sacerdote haya comulgado y siempre han de recibir de manos del sacerdote el vaso que contiene la Santísima Eucaristía para administrarla a los fieles” (n. 162). Es evidente la intención de la Iglesia de que la Comunión sea distribuida, ante todo, por el sacerdote celebrante, ayudado si es necesario por otros sacerdotes o diáconos. Sólo cuando una verdadera necesidad lo requiera, los ministros extraordinarios, entre los que se cuentan los acólitos instituidos, pueden ayudar al sacerdote celebrante, según las normas citadas. No cabe, por tanto, que habiendo ministros ordinarios en el lugar, se recurra a los extraordinarios. Estos no deben acceder, sin más, al altar para tomar por sí mismos la patena o el copón para ayudar a distribuir la Comunión, sino que han de recibirlos de manos del sacerdote. Terminada la distribución, tampoco deben ellos recoger las partículas sobrantes ni purificar los vasos sagrados. Si hay que trasladar las Formas consagradas al Sagrario situado lejos del altar donde ese está celebrando, es preferible que sea un sacerdote o diácono el que lo haga o el mismo celebrante, una vez terminada la Misa. Las deficiencias en el modo de tratar la Santísima Eucaristía terminan dañando las actitudes internas de veneración debidas a tan augusto Sacramento. Para las celebraciones dominicales en la espera del presbítero, se requiere también que quienes, con la conveniente autorización del Obispo, las moderan o dirigen, actúen con el máximo sentido de veneración hacia la Eucaristía, según las normas de este tipo de celebraciones.


7. Sobre las disposiciones personales para recibir la Eucaristía.

Estas indicaciones y sugerencias no serían del todo eficaces, como expresión de “una actitud coherente entre las disposiciones interiores y los gestos y las palabras” SCa 64), si no se aludiera también a la práctica de la Iglesia según la cual “es necesario que cada uno se examine a sí mismo en profundidad (cf. 1 Cor 11,28), para que quien sea consciente de estar en pecado grave no celebre la Misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya oportunidad de confesarse; en este caso, recuerde que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes”. El Papa Benedicto XVI escribe al respecto, sobre la relación entre los sacramentos de la Reconiliación y de la Eucaristía: “Como se constata en la actualidad, los fieles se encuentran inmersos en una cultura que tiende a borrar el sentido del pecado, favoreciendo una actitud superficial que lleva a olvidar la necesidad de estar en gracia de Dios para acercarse dignamente a la comunión sacramental. En realidad, perder la conciencia de pecado comporta siempre también una cierta superficialidad en la forma de comprender el amor mismo de Dios. Ayuda mucho a los fieles recordar aquellos elementos que, dentro del rito de la santa Misa, expresan la conciencia del propio pecado y al mismo tiempo la misericordia de Dios” (SCa 20). En la siempre conveniente y, en ocasiones muy necesaria, catequesis sobre la celebración de la Eucaristía, no debiera faltar la explicación de dichos elementos o momentos de carácter penitencial -sin valor sacramental, por supuesto-, como los modos de hacer el acto penitencial, la oración en voz baja del sacerdote antes de comulgar (“Señor Jesucristo...”), la exclamación “Señor, no soy digno...”, etc. Confío en que acojáis con el mayor interés estas observaciones sacadas de los últimos documentos sobre la Eucaristía y su celebración. Pueden parecer insignificantes, porque sin duda tenemos que ocuparnos también de celebrar bien -el ars celebrandi del que se habla en la Exhortación Apostólica- como condición indispensable para la participación consciente, activa y fructuosa en la Eucaristía (cf. SCa 38 ss.). Sin embargo, sin la adecuada correspondencia entre las actitudes internas de adoración, asombro y sinceridad ante lo que nos es dado celebrar, y las formas externas representadas por los gestos, los signos y los elementos de la celebración, nuestras celebraciones se quedarían en una estética puramente aparente y desprovista del verdadero espíritu de la liturgia, que no es otro que la presencia del Misterio de la fe.Con el deseo de que en nuestra Iglesia diocesana “se crea realmente, se celebre con devoción y se viva intensamente este santo Misterio” (SCa 94), invocando la intercesión de María “mujer eucarística”.

León, 10 de junio de 2007, solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo:

+ Julián, Obispo de León "

Laus Deo

10/8/07






Contemplando la belleza de las construcciones religiosas de otros siglos uno, por muy insensible que fuere, acaba conmoviéndose. Cómo aquellos hermanos en la fe, sin apenas medios, han sabido dar gloria a Dios de forma tan sublime. Cómo la vida cotidiana estaba transida de religiosidad, de sacralidad, de trascendencia.

Aprendamos de nuestros antepasados y hagamos todo, desde la oración a nuestro trabajo, desde la más profunda humildad y con la más alta excelencia de forma que todo resulte una alabanza constante a Dios.

Conocer y practicar la Religión

9/8/07


El cristiano no sólo debe ser creyente debe ser también creíble, debe dar razones de su fe. Esa credibilidad nace de la coherencia entre nuestros actos y lo que profesan nuestros labios y, a su vez, la coherencia nace, entre otras cosas, del conocimiento profundo de la religión.

Os animo a ahondar en la doctrina de la Iglesia leyendo asiduamente el Compendio del Catecismo del que tenéis un enlace en este blog.

Aprender de la naturaleza

29/7/07


Quiero contaros lo que me ha sucedido con una planta enredadera que compré hace cosa de un año. Puede parecer una tontería por la simpleza de la observación. Resulta que compré una enredadera que tenía todas sus hojas repartidas de forma uniforme y con un excelente aspecto. La coloqué en el centro de la mesa que tengo en el salón de mi casa. Hasta aquí todo normal. Lo que me llamó la atención y me hizo reflexionar es que con el paso de los días las hojas y los nuevos brotes de la planta se fueron orientando hacía una misma dirección. Esta dirección era la única ventana por la que entra abundante luz solar. La planta ha cambiado completamente su forma y toda ella está vuelta hacía la luz que se filtra a través de los cristales, incluso aquellas hojas que por su posición no recibían luz han acabado secándose. Entonces pensé lo siguiente: las personas debemos ser igual que las plantas; buscar continuamente la Luz, la Vida. Predisponernos para dejarnos iluminar por el Espíritu Santo que continuamente busca corazones dóciles para hospedarse. Ser conscientes que fuera de la luz de Dios la vida no puede subsistir. En definitiva, volvernos hacia Aquel que nos ama sin medida ni límite alguno.

Perdonar

21/7/07


"Desde mi punto de vista, el perdón supone dar cinco pasos.
El primer paso es aceptar y permitir el dolor, tengo que aceptar que me ha dolido, no debo disculpar enseguida al otro, como que no tiene la culpa, porque a mi me ha dolido.
El segundo es permitir que se exprese la ira, es justamente la ira la que me deja echar de adentro mío al otro, guardar una distancia sana frente al otro. Si no puedo perdonarle, entonces le doy poder, sigo vinculado, atado, pendiente de él, y mediante la ira puedo expresar: yo lo echo de adentro mío, entonces empiezo a sentir la ambición de poder vivir por mi mismo, sin depender del otro.
El tercer paso es describir objetivamente que es lo que pasó, ¿porque me he sentido tan herido?, ¿la palabra del otro acaso ha abierto una antigua llaga en mi alma?, trato de comprender que es lo que ha pasado en mi y en el otro, sin hacer una evaluación.
Recién entonces va a llegar el cuarto paso, que es perdonar, y que quiere decir no permitir que afloren los sentimientos de culpa, perdonar es un acto terapéutico, de liberación. Yo me libero de la energía negativa del otro, si no puedo perdonar entonces sigo ligado a él y le doy demasiado poder.
Conozco personas que no sanan porque no están en condiciones de perdonar, perdonar evidentemente es condición previa para sanar. Un hermano que acompaña a moribundos me ha dicho que algunas personas no pueden morir porque no pueden perdonar, siguen todavía manteniéndose aferrados a las viejas heridas, y solo cuando perdonan pueden morir, confirmamos entonces que perdonar es un acto terapéutico, es liberarse del poder del otro.
Y en el quinto paso "las llagas deben transformarse en perlas", allí donde el otro ha herido, ahí me duele, ahí se ha abierto una herida, pero esa herida también puede ser algo valioso, en una herida puedo descubrir mi propia capacidad de hacer las cosas bien, y cuando he traducido la herida en perla, en algo valioso, entonces no me muevo en torno a ella permanentemente, sino que se que me ha permitido desarrollar nuevas capacidades, para convertirme en una persona mejor.
En la Biblia , Jesús nos muestra un camino para encontrar la calma. Leeré rápidamente un texto del Evangelio de San Mateo donde se habla justamente de esta tranquilidad, Jesús dice en el capítulo 11: "vengan todos hacia Mí los que tienen que llevar pesadas cargas, Yo les procuraré tranquilidad, llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mi que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas".
Jesús promete calma a aquellos que llevan cargas pesadas, ahora la pregunta que nos debemos plantear es: ¿qué tipo de personas son?. En el caso de los judíos eran aquellas personas que querían cumplir al pie de la letra todas las leyes, ese hoy no es el caso entre nosotros, pero todos conocemos personas que quieren cumplir con leyes interiores, con las leyes de su propia ambición. Está bien practicar deportes, hacer jogging, comer bien, pero hay personas que se sobreexigen con ello, porque permanentemente plantean o reivindican ciertas metas, por ejemplo: "todos los días tengo que correr diez kilómetros", entonces todo se convierte en rendimiento y nada llega a la calma por cuanto se ven presionados permanentemente por esa ambición interior. "

Extraído de una conferencia en Argentina del monje benedictino alemán Anselm Grün.

Oración y autoconocimiento


"El objetivo de la oración es volverse uno con Dios, un escritor muy importante que vivió en el siglo cuarto dice que "la oración es la mayor dignidad del ser humano", así que a través de la oración hay que hacerse uno con Dios, esa es la vocación del ser humano, ese es el mayor regalo.
Pero en ese camino de convertirse uno con Dios, en esa senda de la contemplación, nos debemos encontrar primero con nosotros mismos, el mismo escritor dice: "si quieres conocer a Dios, empieza por conocerte a ti mismo primero", para él no existe realmente un encuentro con Dios antes de que nosotros mismos nos encontremos realmente con nosotros, si no nos confrontamos con nuestra propia verdad, con nuestra propia realidad, corremos el riesgo de proyectar nuestras imágenes a Dios, y ahí nos encontramos con nuestras propias proyecciones y no con el verdadero Dios.
De ese modo escribió un libro acerca de la oración con 153 pequeños capítulos donde describe cuales son los pasos para llegar a una verdadera oración: al principio nos encontramos con la ira, con las diferentes pasiones, luego podemos ir dejando estas a un lado y nos enfrentamos a las preocupaciones, a nuestros problemas, luego se nos presentan nuestros pensamientos teológicos, que pensamos acerca de Dios, después de eso nos enfrentamos a las imágenes que tenemos de Dios y algunos se quedan ahí, con esas imágenes de Dios y se sienten bien, pero dice el autor: "si nos quedamos con las imágenes, entonces tomamos el humo en lugar del fuego".
Unirse a Dios, ser uno con Dios, significa ser uno con el fuego, es decir transformarse totalmente a través de Dios. "


Extraído de una conferencia del monje benedictino alemán Anselm Grün.

Para pensar

16/7/07


El ritmo vertiginoso de la sociedad occidental ha provocado que, en muchos aspectos, cada vez seamos más insensibles. El aumento de personas que viven y mueren en soledad, el fenómeno de la indigencia, el deterioro progresivo y agresivo del medio ambiente, la violencia doméstica, la desestructuración de la familia son algunos ejemplos de la deshumanización social que vivimos. Lo lamentable de todo esto es que nos hemos acostumbrado a estas situaciones y a nadie le sorprende ver indigentes por la calle o no conocer al vecino que vive a su lado. Parece como si lo anormal, por ser común, se aceptase como normal. Cada uno tenemos que aportar nuestro granito de arena para cambiar esta realidad. El ser humano es un ser social y la sociedad no puede ser una selva llena de depredadores.

Propongámonos revisar y humanizar nuestra conducta. Revertirá en bien de todos.

Familia y oración

15/7/07


La oración, en sus distintas y ricas formas, no es otra cosa que relacionarnos con Dios. Relación esta que puede ser personal o comunitaria. Dentro de la oración comunitaria me gustaría subrayar la oración en familia. La familia es la Iglesia doméstica, es la célula de la sociedad y es, sobre todo, la escuela de la vida. Por esta razón, orar conjuntamente con nuestros seres más allegados tiene un valor muy importante; el ejemplo a los hijos, la cohesión familiar, el compartir la experiencia de la fe, etc.
Hoy día rezar en familia no es muy común, por ello debiéramos reavivar esta sana costumbre aunque sólo sea con la oración del padrenuestro.

Demos a Dios el lugar que le corresponde en nuestras vidas y hogares.

Contemplación

14/7/07


No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

(anónimo)

Amarse y sentirse amado

13/7/07


El primer mandamiento de la ley de Dios es “amarás a Dios sobre todas las cosas” . A tenor de este mandato se nos ha inculcado siempre que debemos amar a Dios pero no se nos ha hecho caer en la cuenta que para mejor amarlo tendríamos que ser concientes que somos amados por Él, que Él nos amó primero y que su amor es inimaginable. La experiencia de sentirse amado hace brotar espontáneamente la correspondencia a ese amor. Algo parecido ocurre con el otro mandato “amarás al prójimo como a ti mismo” que junto con el anterior sintetizan toda la ley. Si nos fijamos en este mandato la medida del amor al prójimo es la medida con la que nosotros nos amamos a nosotros mismos. Esto no es egoísmo, al contrario, es la premisa necesaria para obrar en caridad porque lo que no tenemos no lo podemos dar. Por lo tanto, procuremos meditar en ese amor de Dios hacia cada uno de nosotros y no olvidemos en amarnos para poder amar.

La santidad


La santidad sólo reside en Dios, ya lo decimos en la oración del Gloria “porque sólo tú Señor eres santo, sólo tú altísimo Jesucristo”. En la medida que dejamos que nuestro Señor Jesús vaya transformando nuestra vida en la suya vamos participando de esa santidad. Todos hemos sido llamados a la santidad y todos podemos alcanzarla. Esta es la meta de todo cristiano; ser santo.
Los santos son un estímulo en nuestro peregrinar, muchas veces dificultoso. La sociedad está cansada de oír hablar de Cristo y , sin embargo, está ansiosa por ver cristianos íntegros. Nadie queda indiferente al indagar en la vida de la beata madre Teresa de Calcuta, de Francisco de Asís o de Francisco Javier, por poner algunos ejemplos. Son vidas que nos interpelan, son evangelios hechos carne.
Pidamos al Padre que nos envíe su Santo Espíritu y dejemos que Él obre en nosotros sus maravillas.

La piedad Eucarística

12/7/07


Soberano Jesús sacramentado
Sea por siempre bendito y alabado

Una de las consecuencias de la secularización galopante que vivimos es la pérdida de prácticas piadosas. Lejos de ñoñerías y sentimentalismo, debiéramos recuperar gestos, costumbres etc. que se han ido perdiendo como, por ejemplo, visitar a Jesús sacramentado reservado en el sagrario, hacer un gesto de adoración cada vez que pasemos o nos encontremos en su presencia, si no podemos visitar físicamente una Iglesia, al menos, hacerlo con el pensamiento, arrodillarse en la consagración, etc. Los sacerdotes, por su parte, debieran exponer el Santísimo en la custodia frecuentemente, organizar vigilias de adoración nocturna y otras tantas formas de piedad eucarística que enriquecerán nuestras vidas.
Jesús sacramentado es Jesús mismo, es Dios, no lo olvidemos.

El sacramento olvidado


El sacramento de la Penitencia es de entre todos los sacramentos el más olvidado. Cada vez la gente se confiesa menos, quizás sea porque hemos ido perdiendo la conciencia de estar en pecado y porque desconocemos la experiencia de sentirnos perdonados y llenos de gracia divina. Ciertamente la confesión es un milagro, es Cristo mismo quien, cuál si fuésemos Lázaro, nos resucita de la muerte del pecado.

Creo que fue Santa Teresea de Jesús la que decía que para confesarnos buscásemos un buen sacerdote que fuese santo y sabio y si no encontrábamos un confesor que reuniese esas dos características al menos que fuese sabio. También escuché una vez que una confesión bien hecha es el mejor de los exorcismos.
Reconsideremos este sacramento de curación, estimémoslo y acudamos con frecuencia a él.
Referente a la confesión he extraído lo siguiente del compendio del Catecismo.

297. ¿Por qué hay un sacramento de la Reconciliación después del Bautismo?
Puesto que la vida nueva de la gracia, recibida en el Bautismo, no suprimió la debilidad de la naturaleza humana ni la inclinación al pecado (esto es, la concupiscencia), Cristo instituyó este sacramento para la conversión de los bautizados que se han alejado de Él por el pecado.
299. ¿Tienen necesidad los bautizados de conversión?
La llamada de Cristo a la conversión resuena continuamente en la vida de los bautizados. Esta conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia, que, siendo santa, recibe en su propio seno a los pecadores.
300. ¿Qué es la penitencia interior?
La penitencia interior es el dinamismo del «corazón contrito» (Sal 51, 19), movido por la gracia divina a responder al amor misericordioso de Dios. Implica el dolor y el rechazo de los pecados cometidos, el firme propósito de no pecar más, y la confianza en la ayuda de Dios. Se alimenta de la esperanza en la misericordia divina.
301. ¿De qué modos se expresa la penitencia en la vida cristiana?
La penitencia puede tener expresiones muy variadas, especialmente el ayuno, la oración y la limosna. Estas y otras muchas formas de penitencia pueden ser practicadas en la vida cotidiana del cristiano, en particular en tiempo de Cuaresma y el viernes, día penitencial.

302. ¿Cuáles son los elementos esenciales del sacramento de la Reconciliación?
Los elementos esenciales del sacramento de la Reconciliación son dos: los actos que lleva a cabo el hombre, que se convierte bajo la acción del Espíritu Santo, y la absolución del sacerdote, que concede el perdón en nombre de Cristo y establece el modo de la satisfacción.

303. ¿Cuáles son los actos propios del penitente?
Los actos propios del penitente son los siguientes: un diligente examen de conciencia; la contrición (o arrepentimiento), que es perfecta cuando está motivada por el amor a Dios, imperfecta cuando se funda en otros motivos, e incluye el propósito de no volver a pecar; la confesión, que consiste en la acusación de los pecados hecha delante del sacerdote; la satisfacción, es decir, el cumplimiento de ciertos actos de penitencia, que el propio confesor impone al penitente para reparar el daño causado por el pecado.

304. ¿Qué pecados deben confesarse?
Se deben confesar todos los pecados graves aún no confesados que se recuerdan después de un diligente examen de conciencia. La confesión de los pecados graves es el único modo ordinario de obtener el perdón.

305. ¿Cuándo se está obligado a confesar los pecados graves?
Todo fiel, que haya llegado al uso de razón, está obligado a confesar sus pecados graves al menos una vez al año, y de todos modos antes de recibir la sagrada Comunión.

306. ¿Por qué también los pecados veniales pueden ser objeto de la confesión sacramental?
La Iglesia recomienda vivamente la confesión de los pecados veniales aunque no sea estrictamente necesaria, ya que ayuda a formar una recta conciencia y a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo y a progresar en la vida del Espíritu.

310. ¿Cuáles son los efectos de este sacramento?
Los efectos del sacramento de la Penitencia son: la reconciliación con Dios y, por tanto, el perdón de los pecados; la reconciliación con la Iglesia; la recuperación del estado de gracia, si se había perdido; la remisión de la pena eterna merecida a causa de los pecados mortales y, al menos en parte, de las penas temporales que son consecuencia del pecado; la paz y la serenidad de conciencia y el consuelo del espíritu; el aumento de la fuerza espiritual para el combate cristiano.

María

11/7/07


He encontrado en internet esta imagen de la Virgen que me ha gustado especialmente. En la imagen, como pueden ver, María presenta a Jesús hecho carne y hecho Eucaristía, ¡ qué bonito !, me parece teologicamente muy acertada. En algunas imágenes marianas la Virgen aparece sola y esto no es muy correcto porque puede llevar a muchos fieles a darle el protagonismo de Cristo a su madre. Dicho esto, no quiero decir que no debamos amar y venerar a la madre Dios, todo lo contrario, debemos amarla, venerarla y, sobre todo, imitarla.

Pidamos a María que nos lleve hasta su Hijo, que nos conduzca al cumplimiento de la voluntad del Padre. Mirémosla como madre nuestra que es y con la confianza de un hijo imploremos su protección e interseción.

Que todos sean uno


Entre las intenciones por las que tenemos que rezar asiduamente debe estar, en lugar prioritario, la oración por la unidad de los cristianos. Es verdaderamente escandaloso que no hayamos cumplido ese deseo explícito de Jesús de vivir unidos. Los cristianos estamos hoy divididos en centenares de confesiones.
Que nuestra oración, constante y sincera, sea un acto de reparación por no cumplir ese deseo de nuestro Señor Jesús y, a la vez, sea una súplica al Padre para que mueva los corazones y remueva los obstáculos que separan a la Iglesia y al resto de confesiones cristianas, especialmente a nuestros hermanos ortodoxos y luteranos, para alcanzar la plena unidad.

El sacramento de la Eucaristía



Nunca viene mal recordar y releer el catecismo de la Iglesia o el compendio del mismo del que tenéis un enlace en este blog. Por esta razón, he extraído algunas partes referentes a la Eucaristía.

271. ¿Qué es la Eucaristía?
La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz, confiando así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección. Es signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida eterna.


274. ¿Qué representa la Eucaristía en la vida de la Iglesia?
La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana. En ella alcanzan su cumbre la acción santificante de Dios sobre nosotros y nuestro culto a Él. La Eucaristía contiene todo el bien espiritual de la Iglesia: el mismo Cristo, nuestra Pascua. Expresa y produce la comunión en la vida divina y la unidad del Pueblo de Dios. Mediante la celebración eucarística nos unimos a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna.

276. ¿Qué lugar ocupa la Eucaristía en el designio divino de salvación?
En la Antigua Alianza, la Eucaristía fue anunciada sobre todo en la cena pascual, celebrada cada año por los judíos con panes ázimos, como recuerdo de la salida apresurada y liberadora de Egipto. Jesús la anunció en sus enseñanzas y la instituyó celebrando con los Apóstoles la Última Cena durante un banquete pascual. La Iglesia, fiel al mandato del Señor: «Haced esto en memoria mía» (1 Co 11, 24), ha celebrado siempre la Eucaristía, especialmente el domingo, día de la resurrección de Jesús.

281. ¿De qué modo la Iglesia participa del Sacrificio eucarístico?
En la Eucaristía, el sacrificio de Cristo se hace también sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo. En cuanto sacrificio, la Eucaristía se ofrece también por todos los fieles, vivos y difuntos, en reparación de los pecados de todos los hombres y para obtener de Dios beneficios espirituales y temporales. También la Iglesia del cielo está unida a la ofrenda de Cristo.

282. ¿Cómo está Jesucristo presente en la Eucaristía?
Jesucristo está presente en la Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y su Divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre, está presente en ella de manera sacramental, es decir, bajo las especies eucarísticas del pan y del vino.

286. ¿Qué tipo de culto se debe rendir al sacramento de la Eucaristía?
Al sacramento de la Eucaristía se le debe rendir el culto de latría, es decir la adoración reservada a Dios, tanto durante la celebración eucarística, como fuera de ella. La Iglesia, en efecto, conserva con la máxima diligencia las Hostias consagradas, las lleva a los enfermos y a otras personas imposibilitadas de participar en la Santa Misa, las presenta a la solemne adoración de los fieles, las lleva en procesión e invita a la frecuente visita y adoración del Santísimo Sacramento, reservado en el Sagrario.
291. ¿Qué se requiere para recibir la sagrada Comunión?
Para recibir la sagrada Comunión se debe estar plenamente incorporado a la Iglesia Católica y hallarse en gracia de Dios, es decir sin conciencia de pecado mortal. Quien es consciente de haber cometido un pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar. Son también importantes el espíritu de recogimiento y de oración, la observancia del ayuno prescrito por la Iglesia y la actitud corporal (gestos, vestimenta), en señal de respeto a Cristo.

292. ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión?
La sagrada Comunión acrecienta nuestra unión con Cristo y con su Iglesia, conserva y renueva la vida de la gracia, recibida en el Bautismo y la Confirmación y nos hace crecer en el amor al prójimo. Fortaleciéndonos en la caridad, nos perdona los pecados veniales y nos preserva de los pecados mortales para el futuro.

294. ¿Por qué se dice que la Eucaristía es «prenda de la gloria futura»?
La Eucaristía es prenda de la gloria futura porque nos colma de toda gracia y bendición del cielo, nos fortalece en la peregrinación de nuestra vida terrena y nos hace desear la vida eterna, uniéndonos a Cristo, sentado a la derecha del Padre, a la Iglesia del cielo, a la Santísima Virgen y a todos los santos.
«En la Eucaristía, nosotros partimos "un mismo pan que es remedio de inmortalidad, antídoto no para morir, sino para vivir en Jesucristo para siempre"» (San Ignacio de Antioquía).

La marioneta

9/7/07

Para reflexionar:



" Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan, y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat seria la serenata que le ofrecería a la luna.
Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.
Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse!
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
¡A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. "


Gabriel García Márquez.

7/7/07

La Misa es el centro, el fundamento, la fuente de vida de los cristianos. Sin embargo, la Eucaristía es uno de los sacramentos más devaluados socialmente. Más de una vez he oído frases tan absurdas para un cristiano como “a mí nadie me tiene que decir que vaya a Misa” “se creen que por ir a Misa son mejores” “soy cristiano no practicante” y otras tantas. No cabe duda que tales expresiones son pronunciadas desde la ignorancia, si tuviéramos una leve conciencia de que al participar, debida y activamente, en este sacramento nos unimos a toda la Iglesia, del Cielo, del Purgatorio y de la Tierra, para ofrecernos junto con Cristo al Padre. Si nos diésemos cuenta que Jesús está realmente presente en medio de la comunidad reunida, en su palabra proclamada, en el sacerdote celebrante y en el pan y vino consagrados no sólo participaríamos en la Eucaristía los domingos sino en toda ocasión posible. Nunca llegaremos a tener un conocimiento perfecto del valor y significado de este Sacramento de Caridad pero sí podemos ahondar cada vez más en este gran misterio en el que Dios nos reconcilia con Él, se nos hace alimento, compañero de camino, confidente, verdadero amigo.

Procuremos formarnos y a la vez, por el amor a la Eucaristía, conformarnos en nuestro Señor Jesús.

Haz siempre el bien

3/7/07

Casi con total seguridad, la mayor parte de los pecados de los cristianos son pecados de omisión. Constantemente se nos presentan oportunidades para hacer el bien que dejamos pasar de forma intencionada o sin ser concientes de dichas oportunidades. Hacer el bien es fácil, es sencillo; orar por las necesidades del mundo y de la Iglesia, vivir siempre en Gracia, tener siempre buen ánimo, escuchar, acompañar, perdonar, denunciar las injusticias, realizar algún tipo de voluntariado y, así, un largo etc.

Debemos ejercitarnos siempre en la caridad porque Dios es Amor "Deus Caritas est". Cada vez que obramos en caridad recuperamos la imagen de Dios en nosotros “a imagen de Dios los creo” .
Ojalá se vuelva a decir de los cristianos " mirad como se aman ".

Los Evangelios

30/6/07


Hay muchos cristianos que no han leído en toda su vida ni una sola página de los Evangelios. Esto es muy triste. Una enamorada que recibe cartas de su amado, las relee, las llega a memorizar, se fija hasta en el más mínimo detalle. Cristo, fiel amante, nos habla, entre otras cosas, a través de su palabra. Los evangelios contienen la vida, las enseñanzas, la palabra de nuestro Señor Jesús. Debiéramos hacernos el propósito de leer la Palabra de Dios, amarla, meditar sobre ella, intentar discernir qué nos está diciendo Dios, orar con su Palabra. Propongámonoslo, nos hará mucho bien.

Tú eres Pedro

29/6/07



Son abundantes las referencias evangélicas que manifiestan la relevancia de Pedro en relación al resto de apóstoles. La más explícita es aquella que dice “ Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” o aquella, tras la resurrección, en la que Cristo pregunta tres veces a Pedro si lo ama y le dice que apaciente a su rebaño, es decir, que guíe a su Iglesia. Debemos, por lo tanto, estimar la figura del Papa, sucesor de Pedro, amarlo y rezar por él, para que siempre se deje asistir por el Espíritu Santo y nos confirme en la fe y en la unidad.

El Padre Abad de Silos

24/6/07


Semanas atrás emitieron en televisión una entrevista al Padre Abad de Sto. Domingo de Silos, D. Clemente Serna González. No tuvo desperdicio. De entre todo lo que habló, me gustó mucho algo muy concreto y en lo que yo no había caído. El Padre Abad dijo que él no juzgaba en absoluto a nadie porque no juzgar es una garantía para ir al Cielo, por aquello de “no juzguéis y no seréis juzgados”. Yo nunca había pensado en esa recomendación evangélica utilizando ese razonamiento. Desde entonces tengo mucho más presente no hacer juicios sobre nadie.

¡ Qué maravilloso sería el mundo !

23/6/07



Meditando sobre la vida de Cristo es fácil llegar a la conclusión de que nos falta mucho para llegar a ser lo que decimos ser: cristianos.
Somos, quizás por ignorancia, muy vanidosos. La vida se nos va en cosas intrascendentes. Desperdiciamos el tiempo; ese don valiosísimo que a todos se nos ha dado. Más que vivir la vida somos vividos por las circunstancias, las corrientes de pensamientos, las ocupaciones, las modas, etc.
Contemplando la humildad de Cristo, que siendo Dios ha pasado por uno de tantos, somos realmente unos soberbios. Contemplando la pobreza material y espiritual de Cristo, somos realmente unos ricos egoístas. Contemplando la Caridad de Cristo, sólo podemos reconocer nuestra mediocridad, nuestra pasividad, nuestra maldad, nuestra insensibilidad, nuestra hipocresía…

Si todos los que nos llamamos cristianos fuésemos lo que decimos ser ¡ qué maravilloso sería el mundo !

Pidamos al Padre que transforme nuestros corazones en el de su Hijo para que reproduzcamos sus sentimientos y seamos Amor en todo lugar, momento y circunstancia.

Soneto

12/6/07


El siguiente soneto es de Lope de Vega y plasma muy bien cómo nos ama y nos busca Dios y cómo es nuestra actitud hacia El.



¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierta de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?


¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!


¡Cuántas veces el ángel me decía:
alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!


¡Y cuántas, hermosura soberana:
"Mañana le abriremos", respondía,
para lo mismo responder mañana!

El cambio climático

9/6/07

Echando un vistazo a las previsiones de la ONU sobre los efectos del cambio climático, se deduce fácilmente que tenemos que actuar de inmediato para paliar tan nefastas consecuencias.
Mientras los gobiernos no se deciden a tomar medidas inmediatas los ciudadanos no podemos permanecer impasibles. Todos debemos presionar a las autoridades para que actúen y, a la vez, debemos revisar nuestro modo de vivir para modificar todas aquellas conductas nocivas con el medio. En España viven más de 45 millones de personas, si cada uno plantase un árbol y moderase el consumo de energía cambiarían muchas cosas.


Junto con el Creador debemos ser cocreadores.

Seamos responsables y actuemos.

El Gran Silencio, una gran película

7/6/07

Haz clic en este enlace para ver el trailer

http://www.youtube.com/watch?v=3R-ivdfGYGk

La transmisión de la Fe



La transmisión de la fe se ha convertido en un grave problema y en un reto para toda la Iglesia.
A pasos agigantados avanza la secularización en nuestra sociedad como una gran apostasía silenciosa pero patente; disminución de vocaciones a la vida sacerdotal, a la vida religiosa, al matrimonio y a la vida cristiana en general.
El problema, al igual que un poliedro, tiene distintas caras y distintas causas. Quizás la causa principal sea la pérdida del sentido trascendente de la misión de la Iglesia y de la vida misma. La dimensión espiritual – contemplativa que todo ser humano posee está siendo solapada por el materialismo, la avidez, el alejamiento de la naturaleza, del silencio etc… Por otra parte, en distintos ámbitos de la Iglesia, tras el último concilio especialmente, se ha acentuado desmesuradamente la acción y se ha postergado, con igual desmesura, la importancia de la oración y la liturgia. La Iglesia es entendida hoy por muchas personas como una gran ONG o como una poderosa empresa pero no es entendida como Sacramento de Salvación, no es entendida como Iglesia Peregrina que tiene su meta en la Iglesia Triunfante que, junto con la Iglesia Purgante, forman, en su conjunto, la totalidad de la Iglesia.

Mejorar la formación de los fieles mediante planes catequéticos bien estructurados, crear espacios de espiritualidad donde enseñar a orar y a profundizar en la experiencia de la Fe, tomar conciencia del papel fundamental que juegan las familias y, sobre todo, ser verdaderamente coherentes con el Evangelio en nuestro día a día son algunas de las soluciones para revertir esta situación.