¿Donde está tu corazón?

1/6/08


Recientemente celebrábamos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Sería bueno, a este respecto, que reflexionásemos haciéndonos la pregunta siguiente; ¿donde está nuestro corazón?. Para encontrar la respuesta tengamos presente este pasaje del Evangelio que nos dice "donde esté tu tesoro ahí está tu corazón" (Lc 12,34). Por lo tanto, para responder a la pregunta ¿ donde está nuestro corazón ? tendríamos que saber ¿dónde está nuestro tesoro? o ,mejor aún, ¿cuál es nuestro tesoro?. Por tesoro debemos entender aquello que valoramos y colocamos en nuestras vidas en primer lugar y que es parte fundamental de ella, es aquello sobre lo que gravita nuestra existencia y que ocupa nuestros pensamientos. Para muchos, incluso cristianos, su tesoro es el dinero, la ambición, el poder, el afecto a personas concretas, etc. Dedican su vida a los bienes de este mundo. Sin embargo, sabiendo que Cristo es Todo y todo fuera de Cristo es nada, debemos hacer que Él sea nuestro Tesoro y que en Él, por lo tanto, esté nuestro corazón. De hacerlo así comprobaremos que todo en la vida queda contextualizado y en su correcto lugar. Como escribiese San Juan de la Cruz "adrentrémonos en la espesura" en la espesura del Amor de Dios , verdadero tesoro, verdadera felicidad.

La belleza del culto

28/5/08

Cuenta una leyenda rusa que Vladimir, príncipe de Kiev, allá por el siglo X decidió aceptar la nueva fe cristiana en lugar del paganismo idólatra eslavo, pero antes de decidirse por el cristianismo mandó a algunos de sus consejeros y guerreros más cercanos a distintos países de Europa para averiguar cúal era la religión más verdadera. Tras conocer la religión judía y musulmana, acabaron en Constantinopla. Allí quedaron tan asombrados por la grandeza de la catedral Hagia Sofía y la gran belleza de los servicios litúrgicos que allí se celebraban que en ese momento decidieron que la fe cristiana sería la oficial que adoptaría el estado kievano.

Los siguientes vídeos son una muestra de la belleza del culto cristiano. Ojalá todos, seglares y clero, cuidemos las celebraciones litúrgicas.




Buena salud; respirar y ser positivo

26/5/08



En no pocas ocasiones el resultado de las cosas que hacemos está condicionado enormemente por la actitud que tengamos al hacerlas. Ser optimista, ser positivo, es la actitud correcta para tener una buena salud y para afrontar sabiamente los aconteceres de la vida. Corregir la tendencia que podamos tener a los pensamientos negativos debe ser un propósito constante en nuestro día a día.

Junto con lo dicho os recomiendo que practiquéis ejercicios de respiración.
La respiración es una auténtica fuente de calma y bienestar tanto físico, como psíquico y redundará, no cabe duda, en nuestra salud espiritual. Realiza ejercicios de respiración consciente, abdominal y profunda. Hazlo diariamente, durante dos o tres minutos, con los ojos cerrados. Sentado de forma correcta y cómoda, toma aire por la nariz lentamente, llévalo hasta tu abdomen y, luego, suéltalo también por la nariz, con igual lentitud. Procura que la respiración sea rítmica; toma despacio, suelta despacio. Intenta ser consciente del acto de respirar, para ello, si quieres, puedes poner las manos sobre el abdomen y sentir cómo se dilata al inspirar y cómo se contrae al espirar. Puedes poner música de relajación mientras realizas el ejercicio. Al principio puede resultarte incómodo o molesto pero, poco a poco, notarás los resultados.

Alguno se preguntará ¿qué tiene que ver este post con la temática general del blog?, pues bien, tiene que ver, y tiene que ver mucho. San Pablo nos dice ¿No sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo?. Cuidar nuestro cuerpo y, por consiguiente, nuestra salud, es ser buen administrador de la vida que Dios nos ha dado.


Como dijesen los romanos mens sana in corpore sano.

China

23/5/08

La situación de los cristianos en China es muy delicada y complicada debido al férreo régimen comunista. Por esta razón, el Papa ha establecido que mañana 24 de mayo, día de María Auxilio de los cristianos, sea un día de oración por la Iglesia en ese país. No dejemos de rezar alguna plegaria por esa intención. La oración dirigida a María por ese motivo es la siguiente:

Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra, venerada con el titulo de “Auxilio de los cristianos” en el Santuario de Sheshan, a la que se dirige con devoción toda la Iglesia en China, hoy venimos ante ti para implorar tu protección. Mira al Pueblo de Dios y guíalo con solicitud maternal por los caminos de la verdad y el amor, para que sea siempre fermento de convivencia armónica entre todos los ciudadanos.

Con el dócil “si” pronunciado en Nazaret tú aceptaste que el Hijo eterno de Dios se encarnara en tu seno virginal iniciando así en la historia la obra de la Redención, en la que cooperaste después con solicita dedicación, dejando que la espada del dolor traspasase tu alma, hasta la hora suprema de la Cruz, cuando en el Calvario permaneciste erguida junto a tu Hijo, que moría para que el hombre viviese.

Desde entonces llegaste a ser, de manera nueva, Madre de todos los que acogen a tu Hijo Jesús en la fe y lo siguen tomando su Cruz. Madre de la esperanza, que en la oscuridad del Sábado Santo saliste al encuentro de la mañana de Pascua con confianza inquebrantable, concede a tus hijos la capacidad de discernir en cualquier situación incluso en las más tenebrosas, los signos de la presencia amorosa de Dios.

Señora nuestra de Sheshan, alienta el compromiso de quienes en China, en medio de las fatigas cotidianas, siguen creyendo, esperando y amando, para que nunca teman hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús. En la estatua que corona el Santuario tú muestras a tu Hijo al mundo con los brazos abiertos en un gesto de amor. Ayuda a los católicos a ser siempre testigos creíbles de este amor, manteniéndose unidos a la roca de Pedro sobre la que está edificada la Iglesia. Madre de China y de Asia, ruega por nosotros ahora y siempre. Amén.

Concluyendo el mes de María

19/5/08

Hoy he leído esto referente a la Virgen, tal cual lo he leído os lo he puesto:

San Agustín nos dice que María es más dichosa por compartir la fe con Cristo que por concebirlo en carne. Nos dice que su vínculo materno no le hubiera servido de nada si no hubiera sido más feliz por tener a Cristo en su corazón que por llevarlo en su seno.

¡ Qué significativas palabras !

Imitemos a María, modelo perfecto de creyente.
Mirando esta imagen de la Virgen escucha el canto de la Salve que tienes a continuación.
Que María te conceda la gracia de tener una fe similar a la suya.

boomp3.com

Presencia y amor

18/5/08

(Este post es un post antiguo, de los primeros de este blog, pero me parece que transmite una enseñanza tan bella que cada cierto tiempo, como ahora, lo actualizo.)


Hace tiempo escuché una fábula que me pareció muy acertada. Se pueden sacar muchas enseñanzas de ella. La fábula dice así:
"Había una vez una mujer embarazada de gemelos. Los niños se iban desarrollando en el seno materno. Recibían de su madre el alimento, el oxígeno, el amor, la ternura, etc... Llegado a un punto de la gestación un bebé preguntó al otro ¿Tú crees que habrá otra vida después de esta vida? ¿Crees en la existencia de un ser superior que nos ame y desee nuestra felicidad?. Los niños no alcanzaban a comprender otra realidad fuera de la que vivían, no se daban cuenta que su vida no era esa etapa transitoria de la gestación, ni eran tampoco conscientes de ese ser que, no sólo existía, sino que les llevaba en las entrañas y les transmitía su propia vida."

Algo parecido a este cuento nos pasa a muchas personas; no somos conscientes del Amor de Dios, de su constante presencia, ni tampoco somos consciente de la temporalidad y caducidad de esta vida. La Vida verdadera comienza al término de la "gestación" de este mundo. Entonces, en esa Vida verdadera veremos a ese Ser que siempre nos ha amado, más que una madre, y, si nosotros queremos, nos fundiremos con Él en un abrazo eterno.

Celebrar con dignidad

La belleza tiene un importante sentido teológico por lo que no se puede obviar en la liturgia.
La fotografía que ilustra este post es de una Misa oficiada en Italia el lunes de Pascua pasado. Se puede comprobar la belleza de los ornamentos y la correcta actitud reverencial del sacerdote celebrante. Por desgracia, esta imagen es una excepción respecto a lo que se hace generalmente. Alguno pensará que un sacerdote sólo se revestirá así para celebrar la Misa según el Rito Romano en su forma extraordinaria, la llamada Misa antigua, pues está muy equivocado. El último concilio de la Iglesia no suprimió en absoluto la utilización de estos ornamentos. Mientras sacerdotes y obispos celebran con casullas que parecen sábanas o, erróneamente, sólo con estola, desaliñados, y con una más que cuestionable actitud, en las sacristías duermen el sueño de los justos ornamentos que son verdaderas obras de arte. Arte puesto al servicio de la liturgia, que hoy se tira por la borda. Recuperar el correcto arte de celebrar debe ser una prioridad en la vida de todo ministro de la Iglesia, un derecho de todo fiel católico y un acto de justicia para dar a Dios el culto debido.

Orad por los dedicados a la oración

17/5/08

Suele suceder que las cosas más importantes de la vida son las que pasan más desapercibidas y a las que, quizás, menos atención prestemos. Pero ¿qué sería de nosotros si nuestro corazón estuviese enfermo o si no tuviésemos el contacto afectivo de familiares y amigos? ,sin embargo, ¿ quién se para a pensar en su corazón, que late desde antes de ver la luz de este mundo, o en el trato cotidiano con sus seres queridos?. En la Iglesia sucede los mismo; los religiosos de vida contemplativa pasan como de puntillas, parece como si no existiesen y, sin embargo, ¿qué sería de la Iglesia y del mundo sin esas miles de personas que oran constantemente realizando esa insustituible labor intercesora desde la clausura de sus monasterios?. Mañana, solemnidad de la Santísima Trinidad, se nos pide a todos que recemos por ellos, que recemos por los que rezan. Sería bueno también que apreciáramos ese tesoro que es la vida contemplativa,viven la esencia; son escuela del cristianismo genuino.

Etiquetas:

Navega y ayuda a la Iglesia

15/5/08


Mensaje para todos los que confían en la labor de la Iglesia Católica.
Una iniciativa de varios católicos ha creado un buscador para ayudar a la autofinanciación de la Iglesia Católica. Funciona igual que google pero los ingresos que se generen por la publicidad en su buscador iran a parar como donativo a la Iglesia Católica para el sostenimiento de sus actividades. Es una interesante iniciativa para ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Utilízalo como tu buscador habitual, no te costará nada.

La web es http://www.buigle.com/

Palabras y significados

13/5/08

Conocer el origen etimológico de las palabras nos permite entender su significado real y original, nos permite redescubrir la riqueza que las mismas encierran y, a su vez, nos permite "desnudarlas" de significados desvirtuados.
A este respecto me gustaría desmenuzar la palabra religión. Esta palabra tienen un origen latino, está compuesta por el prefijo "re" que indica volver a hacer algo (de ahí vienen palabras como rehacer, revolver, repetir, etc.) y por el verbo latino "ligare", ligar en castellano, que significa unir. Por lo tanto, la palabra religare, religión, significa literalmente volver a unir. Volver a unir ¿qué? o a ¿quién?, pues bien, significa volver a unir al Ser Humano con Dios. Toda religión te debe llevar a desarrollar íntegramente todas tus capacidades, te debe mover mediante su práctica a la trascendencia, a la virtud, es decir, a la perfección, a la experiencia mística. Cuando una religión te impide promocionarte como persona o te impide ser libre, pueden estar ocurriendo dos cosas, o que la vivas de una forma equivocada o que estés en una secta.

Ven, Espíritu Santo

11/5/08



Finaliza hoy el tiempo Pascual. Durante cincuenta días toda la liturgia ha girado en torno al hecho de la Resurrección de Cristo y al desarrollo de la primigenia comunidad cristiana. Como culmen y fin de este tiempo, la Iglesia celebra el día en que el Espíritu Santo (tercera persona de la Trinidad Santísima) descendió sobre los apóstoles y la Virgen mientras estaban reunidos en el cenáculo. El Espíritu Santo ha sido definido por algunos como el gran desconocido de la Iglesia, siendo Él quien nos anima, quien nos acompaña, pasa muy desapercibido para la gran masa del Pueblo de Dios. Pedir a Dios que nos envíe su Espíritu Santo es quizás la mejor petición que podamos formular en nuestras vidas, pues no pedimos algo, le pedimos a Él que se nos dé a nosotros. Él mismo nos dona y Él mismo es la donación. Oremos para que habite y transforme nuestros corazones. Que Él guíe nuestras vidas.

Etiquetas:

La devoción a Jesús

25/4/08

" (...) De la mano de la maravillosa recuperación de la historia de Jesús como un factor relevante para la fe y para la comunidad cristiana, en algunos ambientes hemos recortado la confesión cristiana sin darnos cuenta. Frente a la plétora de títulos y designaciones para expresar la riqueza, la profundidad y la maravilla de la obra de Cristo y de su persona, nos reducimos al jesusismo: es decir, a designar a nuestro Señor siempre y exclusivamente como Jesús. ¿Se recoge entonces con suficiente conciencia y solera, y moldea de modo efectivo la vivencia de la fe, que Jesús es el Señor de vivos y muertos, que es el Mesías esperado de los tiempos, el Hijo de Dios de vivo, el Juez de vivos y muertos, el Salvador de los pecadores, el Primogénito de toda la creación, el Recapitulador de toda la historia, el Alfa y la Omega, el Hijo único del Padre, el primogénito de entre los muertos, el buen Pastor, el único sumo y eterno Sacerdote, que la historia de su caminar entre nosotros es santa porque él es el Santo de Dios, etc?
También los investigadores del cristianismo primitivo, judíos y agnósticos, que se detienen en la figura del fundador del cristianismo le llaman "Jesús de Nazaret", pero no se adhieren a Él ni le confiesan como el Hijo de Dios vivo. (...) El evangelio de Juan nos conduce hacia la exclamación final de Tomás, como figura de todo futuro creyente: "Señor mío y Dios mío" (Jn 20,28). El mero jesusismo no es expresión inequívoca de la devoción a Jesús. (...)
Profundizando en si lo que da vigor y consistencia interna a un modo de vivir la fe cristiana es el proyecto de Jesús, iluminado y refrescado por los valiosos estudios del Jesús histórico, entonces se tiende a que la cruz y la resurrección no ocupen un puesto prevalente ni configurador. No es que se nieguen, sino que no resultan articuladores de la vivencia de la fe, no proporcionan la savia cotidiana que riega el transcurrir de la vida de fe.
La cruz tiende a leerse como el fracaso del proyecto de Jesús, o bien como la señal inequívoca y constante de la presencia en la historia de las fuerzas que se oponen al reino de Dios. Pero resulta difícil considerar que en ella es donde realmente se da la victoria y se expulsa definitivamente al Príncipe de este mundo. No cabe duda de que la asimilación de la cruz en la vida del cristiano es un asunto nada baladí y siempre pendiente. Sin embargo, si se da una presencia de la misma es más fácil integrar los fracasos en el camino del seguimiento como algo que me vincula más al Señor, a quien se ha decidido seguir "en la pena y en la gloria" (Ignacio de Loyola).
La resurrección sana y regenera las energías misioneras. A pesar de que el Resucitado no presenta ningún proyecto concreto más allá de la comunicación de la buena noticia de que está vivo y vivifica; sin embargo, saberlo y experimentarlo genera un gran dinamismo. (...) El Resucitado genera un gran dinamismo misionero y un gran descanso. (...)
La devoción de Jesús perfora los acontecimientos de la historia de Jesús para contemplar en ella su amor por nosotros. Así la Cena y la Cruz provocan la devoción, pues se perciben como escenas densas de amor que se desborda, se dona y se derrama. La devoción a Jesús contempla sus heridas y sus llagas como las marcas de su amor por la humanidad, por mí; percibe que ellas cargaron con nuestras culpas, liberándonos de ellas. La devoción a Jesús sabe que este amor no ha sido inútil, sino vencedor, y que, por eso, nos sostiene, aguarda y espera. (...)"


Extraído del artículo "La devoción a Jesús y la singularidad de su humanidad" de Gabino Uríbarri. Publicado en la revista jesuíta "Razón y Fe".


Ayudar a la Iglesia en sus necesidades

17/4/08



Este post va dirigido a los españoles, especialmente a aquellos que realizan la Declaración de la Renta (IRPF).
La Iglesia Peregrina la formamos los bautizados y es deber nuestro sostenerla en todos los sentidos, también el económico. Es por ello que la Iglesia en España ha desarrollado un programa para financiarse. Ha creado la página web http://www.portantos.es/ donde da a conocer cuáles son sus fuentes de ingresos, su gestión, etc. Una de las formas de contribuir con las necesidades de la Iglesia es marcar la casilla a su favor en la declaración de la renta. Cabe subrayar que marcar esa casilla a favor de la Iglesia Católica es compatible con marcar la casilla para "Otros Fines Sociales" y que no supone ningún coste para el contribuyente. En este enlace podrá resolver su dudas sobre cómo colaborar a través del IRPF.


La Iglesia desarrolla una labor muy importante, por favor, difunde entre otras personas esta información para que pueda seguir desarrollándola.

Muchas gracias

Jesús Eucaristía

10/4/08


Como comentaba en los post anteriores debemos pedir la gracia de creer que Jesucristo resucitó y, por lo tanto, convencernos de que vive para siempre. Juntamente con esta petición debiéramos pedir también la gracia de reconocerlo en los sacramentos, muy especialmente en la Eucaristía. Jesucristo está realmente presente en el pan y el vino consagrados, no es algo simbólico, es Él. Llegar a ese acto de fe puede que no sea fácil, es por eso que tenemos que pedir a Dios la gracia de creer. Si uno llega a reconocerlo en la Eucaristía la comunión será verdadero alimento que verdaderamente alimenta, será verdadero descanso, será verdadero encuentro. La Misa tendrá un sentido nuevo, genuino. Será un acto de amor sublime, será ansiada y deseada.

Pidamos a Dios el milagro de la fe.


Etiquetas: ,

4/4/08

La gracia de creer

"Dichosos los que crean sin haber visto"

El domingo de la Octava de Pascua, es decir, el domingo siguiente al de Resurrección, la Iglesia nos presenta pedagógicamente el pasaje evangélico de la duda de Santo Tomás. A poco que reflexionemos sobre ese pasaje caeremos en la cuenta de lo tozudo que es el ser humano. Santo Tomás era uno de los doce apóstoles elegidos por Cristo, por lo tanto, conocía al Señor, había visto sus signos y había escuchado sus enseñanzas, sin embargo, no creía que hubiera vuelto a la vida. Es curioso que no creyendo en que Cristo verdaderamente estuviese vivo siguiese en el grupo de los doce; no creyendo formaba parte de la Iglesia. Si nos paramos un poco a pensar comprobaremos que en la Iglesia hay muchos como Santo Tomás que no viven convencidos de su fe, que siguen una serie de ritos y preceptos pero, a su vez, tienen un corazón incrédulo y desconfiado. Atrevámonos a pedir a Dios la gracia de creer. Ojalá lleguemos a tener una fe más sólida que si, como Santo Tomás, hubiésemos metido los dedos en la llaga de los clavos y el costado.

Jesús vive

27/3/08


En este tiempo de Pascua celebramos, recordamos y actualizamos aquel acontecimiento fundamental para nuestra fe en Cristo; su Resurrección de entre los muertos. Ser consciente de que Cristo resucitó, es decir que está vivo, cambia totalmente nuestra perspectiva vital. Desgraciadamente, no hemos asumido ese hecho, decimos que creemos en su resurrección pero vivimos como si estuviera muerto. En nuestro oración en este tiempo Pascual debiéramos pedir la gracia de saber que Cristo vive, que nos acompaña en nuestro peregrinar por este mundo, que podemos relacionarnos con Él. La resurrección de Nuestro Señor hace que nuestra fe no sea vana, es cimiento sólido para nuestra esperanza y prueba inefable del amor de Dios.

¡Vive!

25/3/08

Feliz Pascua de Resurrección

¿Qué ves en la noche, dinos centinela?

Dios como un almendro

con la flor despierta;

Dios que nunca duerme

busca quien no duerma,

y entre las diez vírgenes

sólo hay cinco en vela.

¿Qué ves en la noche, dinos centinela?

Gallos vigilantes

que la noche alertan.

Quien negó tres veces

otras tres confiesa,

y pregona el llanto

lo que el miedo niega.

¿Qué ves en la noche, dinos centinela?

Muerto le bajaban

a la tumba nueva.

Nunca tan adentro

tuvo al sol la tierra.

Daba el monte gritos,

piedra contra piedra.

¿Qué ves en la noche, dinos centinela?

Vi los cielos nuevos

y la tierra nueva.

Cristo entre los vivos,

y la muerte muerta.

Dios en las criaturas,

¡y eran todas buenas!

Lo que se dice sobre la Iglesia

14/3/08


Estos días se ha suscitado en los medios de comunicación un cierto revuelo por una supuesta ampliación de la supuesta lista de pecados que, supuestamente, establece la Iglesia. No hace falta ser teólogo para comprobar el poco, y muchas veces nulo, conocimiento de periodistas y tertulianos sobre temas religiosos. Ese revuelo del que hablo es totalmente infundado; primero, la Iglesia no tiene una lista de todos los pecados que podamos cometer, por la sencilla razón de que sería imposible desglosar todas las formas de mal que podemos causar; segundo, nadie, como suele ocurrir con los temas eclesiales, se remite a la fuente de la información que, en este caso, es una simple entrevista a un obispo en el que este dice, con toda la razón del mundo, que se está perdiendo la consciencia de pecado y, a su vez, que existen nuevas formas de pecar que no existían antes, como la contaminación o la dogradicción . Tal es la ignorancia de muchos "profesionales" que he llegado a oír decir que el Papa Juan Pablo II suprimió la existencia del Infierno y, Benedicto XVI, por el contrario, la ha reestablecido ¡Solemne tontería!; todo aquello que es dogma nunca será cambiado, ni derogado, ni suprimido.
Algo que realmente es ya un tópico es aquello de que la Iglesia, sólo permite las relaciones sexuales con el único fin de la procreación, ¡Totalmente falso!, de ser así, no se aceptaría los métodos naturales de control de la natalidad. La Iglesia establece que el matrimonio tiene tres fines: 1º La procreación (la gente se casa para tener hijos), 2º La ayuda mutua de los esposos (la gente se casa para compartir la vida con la otra persona) y 3º El remedio de la concupiscencia (la gente se casa para satisfacer sus necesidades sexuales). Estos tres son los fines del matrimonio, no sólo el primero, si bien este es sumamente importante.
Los medios de comunicación, especialmente la poderosa televisión, están transmitiendo la idea de que sacerdocio y pederastia están muy relacionados, cuando estadísticamente los casos de sacerdotes pederastas ocupan los últimos puestos en los listados realizados por organizaciones independientes a la Iglesia. Sucede que los sangrantes casos de abusos a menores por parte de sacerdotes son, por morbosidad, puestos en la palestra una y otra vez, llevando a la opinión pública a generalizar.
Otro, también ya tópico, es el argumentario de las riquezas del Vaticano, del poder económico de la Iglesia, nadie separa de este argumento el patrimonio histórico- artístico y, además, nadie habla, aún habiendo datos, de la gestión económica de la Iglesia, es decir, en qué emplea el dinero que gestiona. Nadie en los medios se hace eco de que la Iglesia Católica es la organización mundial que MÁS AYUDA presta a los empobrecidos, según datos de las O.N.U. (Organización de Naciones Unidas). Otro, también tópico frecuente, es presentar una Iglesia divida; de un lado, los misioneros (presentados como los buenos) y del otro, el Papa, los cardenales y obispos (presentados como los malos), esta es otra solemne tontería. La Iglesia la formamos todos los bautizados y todos en ella tenemos una misión, un “papel” que desarrollar. En los lugares de misión, sobre todo, los países empobrecidos también hay cardenales y obispos que presiden las distintas diócesis, que junto con los misioneros y, en comunión con el Papa, extienden el Evangelio entre los más desfavorecidos.

Termino reflexionando sobre lo más grave de todo y es que, por desgracia, lo que sale en televisión es asumido por una gran masa de personas como algo categórico, cuasi “Palabra de Dios”. Los profesionales de la comunicación debieran hacer un pequeño esfuerzo por elevar su preparación en temas religiosos, es francamente patético lo que se llega a escuchar.

Hermosa advocación

7/3/08

La imagen que encabeza este post es la de una advocación mariana que he conocido hace pocos días, y que me ha parecido muy significativa, pues, metafóricamente, expresa el papel mediador que tiene nuestra Madre del Cielo. Se trata de la Virgen de los Nudos. Ella, la Virgen, intercediendo por nosotros va deshaciendo los “nudos” de nuestra vida, ¡qué hermoso!.
Como rezamos en la Salve, María es madre de misericordia y abogada nuestra, roguémosle para que con su ayuda seamos transformados en este tiempo de Cuaresma y, de alguna forma, "resucitemos" a una vida nueva con la celebración de la Pascua.

Creo en el Perdón de los Pecados

28/2/08

El tiempo de Cuaresma comenzó con una llamada a la conversión, y la Iglesia nos recuerda la importancia y la necesidad de acudir al sacramento de la Confesión, especialmente en estas fechas previas a la Semana Santa. Sin embargo, parece evidente que la práctica de este sacramento -conocido indistintamente como sacramento de la Penitencia, de la Reconciliación, del Perdón o simplemente, de la Confesión- sufre una notable crisis. Por ello, es necesario que recuperemos este tesoro de gracia, expresado en el mismo Credo: “Creo en el perdón de los pecados”.

1º.- De la pereza a las dudas: Una buena parte de los fieles que se han alejado de este sacramento, no lo han hecho por un rechazo a la fe católica, sino simplemente arrastrados por el mal de la pereza y por la ley del mínimo esfuerzo. Es indudable que el sacramento de la Penitencia requiere un esfuerzo notable, y que a algunas personas les puede exigir altas dosis de vencimiento propio.
Pero claro, quien cede a la pereza, tarde o temprano, se hace vulnerable a las dudas de fe: se empieza por entonar el célebre “yo me confieso con Dios”, dejando en el olvido la afirmación bíblica de que «Dios confió a los apóstoles el ministerio de la reconciliación» (2 Cor 5,18), para terminar por decir aquello de “yo no hago mal a nadie… no tengo pecados”, contradiciendo las palabras de Cristo: «El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra» (Jn 8,7).

2º.- Sensibilidad moderna: Más allá de la pereza, algunos piensan que la sensibilidad moderna chirría ante la confesión de los pecados a un ministro mediador. Sin embargo, deberíamos atrevernos a cuestionar el presupuesto de partida: ¿es cierto que la sensibilidad moderna es reacia a la confesión particular de los pecados? Hay a nuestro alrededor muchos síntomas que invitan a cuestionarlo. No me refiero únicamente al aumento de pacientes en las consultas de los psicólogos, inversamente proporcional al descenso de la confesión. Ahí tenemos también la proliferación de los “reality shows” radiofónicos y televisivos, en los que los “penitentes” reconocen ante millones de espectadores sus “pecados” con sus rostros distorsionados por el zoom televisivo, como si de una discreta rejilla de confesionario se tratase.

3º.- Abusos en las celebraciones comunitarias: Por los motivos aducidos, tanto los fieles como los sacerdotes, podemos tener la tentación de cometer o de permitir determinadas infidelidades en la disciplina de este sacramento. Por ejemplo, ¿qué sentido tiene una celebración comunitaria de la Penitencia, en la que los fieles se limitan a confesar de forma genérica “soy pecador”, o “perdón, Señor”, sin necesidad de concretar sus propios pecados?
La declaración de los pecados personales ante el sacerdote, es una parte esencial del sacramento de la Reconciliación. Baste entender las siguientes palabras del Evangelio de San Juan: «A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20, 23). Es decir, el sacerdote que administra este sacramento, no puede ni debe hacerlo de una forma automática, ya que su tarea consiste en discernir si existe el debido arrepentimiento en el penitente, intentando suscitar en él una verdadera contrición, de forma que así puedan darse las condiciones para “perdonar” los pecados en nombre de Cristo, o “retenerlos”, en su caso. Lógicamente, para poder realizar ese discernimiento, es necesaria la manifestación de las faltas al confesor.

4º.- Confesiones rutinarias y desesperanza: Una celebración correcta del sacramento de la Penitencia no depende exclusivamente de la manifestación íntegra de nuestros pecados. Quienes nos confesamos con frecuencia, debemos tener en cuenta que existe el peligro de caer en la rutina y en la superficialidad. Los penitentes hemos de procurar con responsabilidad, que nuestra confesión sea un encuentro personal con Jesucristo, quien nos consuela en nuestras debilidades, al mismo tiempo que fortalece nuestra esperanza en el inicio de una vida nueva.
Los penitentes habituales podemos ser tentados también por el cansancio y hasta por la desesperanza, cuando a veces no percibimos un avance en la reforma de nuestra vida moral. Nos puede dar la sensación de que siempre caemos en los mismos pecados y de que estamos encadenados en una espiral de caídas y peticiones de perdón, sin progresos constatables. Sin embargo, la única manera de permanecer fieles a la llamada a la conversión, es continuar fieles en el camino penitencial, “sin perder la paz, pero sin hacer las paces”. Es decir, sin perder la paz interior, por que no avanzamos como sería nuestra deseo; al mismo tiempo que nos resistimos a pactar con nuestro pecado, sin rebajar el ideal de la santidad al que estamos llamados. Decía un autor espiritual que el cristianismo no es tanto de los perfectos, como de aquellos que no se cansan nunca de estar empezando siempre.

Los cristianos que nos acercamos a recibir el perdón en estos días, estamos llamados a ser testigos de la Misericordia de Dios. La alegría del perdón es el mejor testimonio de fe y de esperanza ante nuestros hermanos. De forma similar a como San Agustín escribió un libro autobiográfico con el título de “Confesiones”, en el que cuenta la conversión de su vida pecadora, para proclamar ante el mundo la bondad de Dios; así también nosotros, al “confesar” nuestros pecados, “confesamos” el Amor de Dios.

+ José Ignacio Munilla, obispo de Palencia

Sentirse perdonado

17/2/08

Los sacramentos son los signos de nuestra fe, a través de los cuales, recibimos la gracia divina. La Confensión es uno de estos siete signos. Este sacramento, el de la Reconciliación, está en la actualidad muy devaluado. Muchos cristianos no entienden su significado y el por qué hay que decir los pecados al confensor que, al fin y al cabo, es una persona tan pecadora, o más, que el mismo penitente. Sin embargo, la Confensión es, en mi modesta opinión, uno de los sacramentos más gratificantes, de hecho, es llamado, junto con la Unción de los Enfermos, sacramento de curación o sanación.
La condición humana es una condición frágil, somos débiles, y fácilmente sucumbimos al sin fin de tentaciones que se nos presentan en nuestra vida. Como en la parábola del hijo pródigo, nos apartamos frecuentemente de la casa del Padre, marchamos errantes por la vida creyéndonos autosuficientes hasta que caemeos en la cuenta, al igual que en la parábola, de lo bien que se está en la casa del Padre. Jesucristo, consciente de nuestra debilidad, nos ha dejado este gran misterio y, por mediación de la Iglesia, nos reconcilia con el Padre. Es Él, a través del sacerdote, quien perdona nuestro pecados. Por otra parte, decir los pecados tiene un efecto como de catarsis, de liberación. Ser perdonado es una hermosa experiencia, es sentir, como en la parábola, el abrazo del Padre que espera siempre nuestro regreso a Él.
Yo, como santa Teresa, te recomiendo que para confesarte busques un confersor que sea santo y sabio y, si no encuentras a nadie que reuna esas dos características, al menos, busca a uno que sea sabio.

En este enlace puedes profundizar más ello.

http://www.vatican.va/archive/compendium_ccc/documents/archive_2005_compendium-ccc_sp.html#LOS%20SACRAMENTOS%20DE%20CURACIÓN

Estar en silencio

14/2/08


Este tiempo cuaresmal nos invita a encontranos con Dios, con los hermanos y también a encontrarnos con nosotros mismos. En la actualidad, en que tantas prisas tenemos, tantas informaciones recibimos y tan influenciados estamos, más parece que en lugar de vivir la vida somos vividos por ella. Estamos en algún sentido enajenados. Es necesario que nos paremos, que tomemos consciencia del momento presente, del aquí y ahora. Es importante, como recordaba el Papa, que ayunemos también de imágenes y palabras. Es necesario que experimentemos el silencio, que es algo más que la ausencia de ruidos. Procuremos buscar algún momento del día en el que, estando sentados en posición cómoda y con los ojos cerrados, permanezcamos en silencio, un silencio también mental intentando no pensar en nada, "desconectando", tomando consciencia de la respiración o del propio cuerpo. Si es posible, busquemos algún momento en la semana para caminar por zonas verdes permaneciendo en silencio, un silencio externo e interno. Esta actitud silente nos hará ser receptivos y ecuánimes, nos ayudará a orar de formar más efectiva. Estar en silencio es estar en actitud de escucha y esta actitud es ya una hermosa forma de oración.

Les recomiendo a todos la película - documental "El Gran Silencio" que plasma la vida de una comunidad de monjes cartujos. Estos monjes viven cada día ese silencio necesario para escuchar la voz de Dios.

Ejercitarnos en la caridad; la lismosna

8/2/08


"(...) Según las enseñanzas evangélicas, no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un instrumento de su providencia hacia el prójimo. Como recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, los bienes materiales tienen un valor social, según el principio de su destino universal (cf. nº 2404).

En el Evangelio es clara la amonestación de Jesús hacia los que poseen las riquezas terrenas y las utilizan solo para sí mismos. Frente a la muchedumbre que, carente de todo, sufre el hambre, adquieren el tono de un fuerte reproche las palabras de San Juan: “Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (1Jn 3,17). La llamada a compartir los bienes resuena con mayor elocuencia en los países en los que la mayoría de la población es cristiana, puesto que su responsabilidad frente a la multitud que sufre en la indigencia y en el abandono es aún más grave. Socorrer a los necesitados es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad.

(...) La Escritura, al invitarnos a considerar la limosna con una mirada más profunda, que trascienda la dimensión puramente material, nos enseña que hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hch 20,35). Cuando actuamos con amor expresamos la verdad de nuestro ser: en efecto, no hemos sido creados para nosotros mismos, sino para Dios y para los hermanos (cf. 2Cor 5,15). Cada vez que por amor de Dios compartimos nuestros bienes con el prójimo necesitado experimentamos que la plenitud de vida viene del amor y lo recuperamos todo como bendición en forma de paz, de satisfacción interior y de alegría. El Padre celestial recompensa nuestras limosnas con su alegría.

(...) Más aún: san Pedro cita entre los frutos espirituales de la limosna el perdón de los pecados. “La caridad –escribe– cubre multitud de pecados” (1P 4,8). Como repite a menudo la liturgia cuaresmal, Dios nos ofrece a los pecadores la posibilidad de ser perdonados.

(...) ¿Acaso no se resume todo el Evangelio en el único mandamiento de la caridad? Por tanto, la práctica cuaresmal de la limosna se convierte en un medio para profundizar nuestra vocación cristiana. El cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a sí mismo, da testimonio de que no es la riqueza material la que dicta las leyes de la existencia, sino el amor. Por tanto, lo que da valor a la limosna es el amor, que inspira formas distintas de don, según las posibilidades y las condiciones de cada uno. (...)"

(Fragmentos extraídos del mensaje del Papa para la Cuaresma del 2008)

La Cuaresma

1/2/08


Dentro de unos días comenzaremos, un año más, el tiempo litúrgico de Cuaresma. Sería bueno que hiciésemos el esfuerzo de combatir el pesado lastre de la rutina que muchas veces arrastramos y descubriésemos lo genuino de este período, haciéndolo, así, verdaderamente fructífero. Si bien todo tiempo es bueno para cambiar estos cuarenta días son aún más propicios para convertirnos o, mejor dicho, para dejar que Dios nos convierta. Es un tiempo para revisar íntegramente nuestra vida, para mejorar nuestra relación con el prójimo, para intensificar nuestra relación con Dios y predisponer nuestro corazón a su acción liberadora. A ejemplo del pueblo judío, que durante cuarenta años anduvo por el desierto, nosotros peregrinaremos durante cuarenta días hacia la Pascua, con una actitud reflexiva, dejándonos sondear por el Espíritu Santo, abriendo nuestro corazón, con confianza absoluta, a la misericordia divina que iluminará la oscuridad de este peregrinaje, y , como metáfora de la propia existencia humana, nos conducirá un día a la Pascua definitiva del cielo.
Os deseo a todos una santa Cuaresma.

Vivir en gracia

24/1/08


Muchos cristianos, lamentablemente, han perdido la consciencia de haber cometido pecado mortal y permanecen en él sin el menor problema. Esto se comprueba fácilmente al ver cómo la práctica religiosa desciende, cómo cada vez más personas viven en adulterio o cómo la secularización avanza a pasos agigantados. Quizás más grave que la pérdida de consciencia de estar pecado mortal sea la pérdida de consciencia de estar en gracia, al fin y al cabo, desgraciado, literalmente, es aquel que no está en gracia. Ese no experimentar la gracia divina en nuestras vidas es, en mi opinión, gran parte de la causa de que muchos que se llaman cristianos vivan peor que paganos. La gracia "es un don gratuito de Dios, por el que nos hace partícipes de su vida trinitaria y capaces de obrar por amor a Él. (...) nos santifica y nos diviniza. (...)La gracia previene, prepara y suscita la libre respuesta del hombre; responde a las profundas aspiraciones de la libertad humana, la invita a cooperar y la conduce a su perfección. (...)Además de la gracia habitual, existen otros tipos de gracia: las gracias actuales (dones en circunstancias particulares); las gracias sacramentales (dones propios de cada sacramento); las gracias especiales o carismas (que tienen como fin el bien común de la Iglesia), entre las que se encuentran las gracias de estado, que acompañan al ejercicio de los ministerios eclesiales y de las responsabilidades de la vida."


Seamos conscientes del estado de gracia, vivamos con profundo gozo ese estar en amistad con Dios y ese participar de su misma vida divina.

El pesebre vacío; Navidades truncadas

24/12/07


En esta noche santa en que Dios nos visita, hecho carne de nuestra carne, me ha venido a la mente el recuerdo de todas aquellas miles de Navidades que han sido truncadas cuando no se ha permitido nacer a un ser humano. Mi deseo en esta noche es que la sociedad madure y se dé cuenta de que el ser vivo que gesta una mujer embarazada es un ser humano y ¿quién se plantea quitar la vida a un ser humano?, si todos somos conscientes de ello el crimen del aborto desaparecerá.

¡ Feliz Navidad !

23/12/07

Portal de Belén de mi casa

Finalizando ya el tiempo de Adviento os deseo a todos, de corazón, una feliz Navidad. Aprovechemos este tiempo para meditar sobre este gran misterio de Dios hecho carne, de Dios entre nosotros. Parémonos a contemplar el Portal de Belén que hayamos colocado en nuestros hogares, que no sea un mero adorno navideño y como dijese la beata madre Teresa de Calcuta "oremos para que nuestros corazones puedan ser el pesebre que María escogerá para su hijo".

¡Feliz Navidad!

Reconócele en la Eucaristía

6/12/07


No es difícil entrar en una Iglesia y comprobar cómo mucha gente ignora la presencia de Jesús en el sagrario. Durante la celebración de la Misa, ya sea en el momento de la consagración o en el mismo recibimiento de Jesús en la comunión, también se puede observar esta triste realidad. Nuestra fe se ha empobrecido tanto que hemos perdido el norte ¡ NO LE RECONOCEMOS EN LA EUCARISTÍA ! . Si a nuestra parroquia viniese un alto cargo político, o el Papa, o un famoso cantante todo el mundo estaría espectante, atento y deseoso de cruzarse una mirada o una palabra con tal personalidad relevante. Pues bien, ¡ EN NUESTRAS PARROQUIAS TENEMOS AL MISMO DIOS !. Aunque nuestros sentidos no lo perciban, aunque dude nuestra razón, Él está ahí. Es el mismo Dios creador de todo que se hizo carne, asumiendo nuestra condición humana, el que ahora está vestido de pan. Es el mismo Jesús, que hace veinte siglos te liberó muriendo en una cruz, el que ahora está en ese Pan consagrado. Está en ese Pan consagrado tu mejor amigo, el mejor confidente, quien más te ama. Él siempre está ahí esperándonos, parodijicamente somos nosotros, los nesecitados de Él, los que lo ignoramos.
El Pastor, como reza un himno, se ha hecho pasto para alimentar a sus ovejas.

¡ Ojalá lo reconozcas !

La Virtud de la Esperanza

3/12/07


La nueva encíclica del Papa, Spe Salvi, versa sobre la virtud de la esperanza. El siguiente texto está extraído de la citada encíclica e ilustra muy bien la vivencia de esta virtud.


"El ejemplo de una santa de nuestro tiempo puede en cierta medida ayudarnos a entender lo que significa encontrar por primera vez y realmente a este Dios. Me refiero a la africana Josefina Bakhita, canonizada por el Papa Juan Pablo II. Nació aproximadamente en 1869 –ni ella misma sabía la fecha exacta– en Darfur, Sudán. Cuando tenía nueve años fue secuestrada por traficantes de esclavos, golpeada y vendida cinco veces en los mercados de Sudán. Terminó como esclava al servicio de la madre y la mujer de un general, donde cada día era azotada hasta sangrar; como consecuencia de ello le quedaron 144 cicatrices para el resto de su vida. Por fin, en 1882 fue comprada por un mercader italiano para el cónsul italiano Callisto Legnani que, ante el avance de los mahdistas, volvió a Italia. Aquí, después de los terribles «dueños» de los que había sido propiedad hasta aquel momento, Bakhita llegó a conocer un «dueño» totalmente diferente –que llamó «paron» en el dialecto veneciano que ahora había aprendido–, al Dios vivo, el Dios de Jesucristo. Hasta aquel momento sólo había conocido dueños que la despreciaban y maltrataban o, en el mejor de los casos, la consideraban una esclava útil. Ahora, por el contrario, oía decir que había un «Paron» por encima de todos los dueños, el Señor de todos los señores, y que este Señor es bueno, la bondad en persona. Se enteró de que este Señor también la conocía, que la había creado también a ella; más aún, que la quería. También ella era amada, y precisamente por el «Paron» supremo, ante el cual todos los demás no son más que míseros siervos. Ella era conocida y amada, y era esperada. Incluso más: este Dueño había afrontado personalmente el destino de ser maltratado y ahora la esperaba «a la derecha de Dios Padre». En este momento tuvo «esperanza»; no sólo la pequeña esperanza de encontrar dueños menos crueles, sino la gran esperanza: yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda; este gran Amor me espera. Por eso mi vida es hermosa. A través del conocimiento de esta esperanza ella fue «redimida», ya no se sentía esclava, sino hija libre de Dios. Entendió lo que Pablo quería decir cuando recordó a los Efesios que antes estaban en el mundo sin esperanza y sin Dios; sin esperanza porque estaban sin Dios. Así, cuando se quiso devolverla a Sudán, Bakhita se negó; no estaba dispuesta a que la separaran de nuevo de su «Paron». El 9 de enero de 1890 recibió el Bautismo, la Confirmación y la primera Comunión de manos del Patriarca de Venecia. El 8 de diciembre de 1896 hizo los votos en Verona, en la Congregación de las hermanas Canosianas, y desde entonces –junto con sus labores en la sacristía y en la portería del claustro– intentó sobre todo, en varios viajes por Italia, exhortar a la misión: sentía el deber de extender la liberación que había recibido mediante el encuentro con el Dios de Jesucristo; que la debían recibir otros, el mayor número posible de personas. La esperanza que en ella había nacido y la había «redimido» no podía guardársela para sí sola; esta esperanza debía llegar a muchos, llegar a todos."

Las omisiones de muchos obispos.

5/11/07


Desde hace mucho tiempo he llegado a la conclusión de que la mejor pastoral vocacional que puede llevar a cabo un obispo en su diócesis es cuidar, con celo, la integridad de sus sacerdotes. Como se dice popularmente, vale más una imagen que mil palabras, por lo tanto, el sacerdote que vive su sacerdocio ministerial en comunión plena con la Iglesia y conforme a Ella será un signo en medio de la sociedad que a más de un joven le podrá hacer cuestionarse una posible vocación a la vida sacerdotal o religiosa e iniciar el discernimiento oportuno. Por desgracia, abundan muchos ministros de la Iglesia que tanto por lo que dicen como por lo que hacen son causa de escándalo, de confusión, de perplejidad etc. Quizás lo más hiriente no es la existencia de estos sacerdotes que, por ejemplo, no se ciñen a la liturgia católica, que se manifiestan contrarios a muchos aspectos de la doctrina de la Iglesia o han protagonizado escándalos de distinta naturaleza, lo más hiriente es la pasividad de muchos obispos que prefieren mirar hacia otro lado, ser condescendiente y no aplicar las medidas que el derecho canónico establece. Muchas veces se actúa cuando hay presión mediática o cuando ya la "la bola de nieve" es demasiado grande e imparable. Ante estas situaciones los fieles nos encontramos inmersos en un sentimiento de indefensión y de impunidad. Se nos prueba demasiado en la virtud de la paciencia.

Los obispos, que deben gobernar en caridad la porción del pueblo de Dios que se les encomienda, debieran cuidar mucho ese aspecto de el ministerio episcopal que es el ejercicio de la autoridad cuando sea preciso.

Ojalá los fieles laicos seamos tenidos en cuenta y se acabe esa especie de frecuente corporativismo en el clero.

Días de esperanza y oración

2/11/07



La fiesta de Todos los Santos y la fiesta de los Fieles Difuntos son muy cercanas en el tiempo y están muy relacionadas entre sí, pues los que ya gozan de la contemplación de Dios son santos y también ha muerto según la carne.
Estas fiestas son un estímulo para esforzarnos en vivir santamente así como para renovar nuestra esperanza mientras peregrinamos en este mundo.
Acordémonos
, especialmente en estos días, del elevar oraciones en sufragio por la Iglesia Purgante, es decir, por todas aquellas personas que han dejado esta vida y están purificándose para poder gozar de la Gloria eterna de Dios.

Del Compendio del Catecismo de la Iglesia he extraído lo siguiente relacionado con estas celebraciones:


CREO EN LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

194. ¿Qué significa la expresión «comunión de los santos»?

La expresión «comunión de los santos» indica, ante todo, la común participación de todos los miembros de la Iglesia en las cosas santas (sancta): la fe, los sacramentos, en particular en la Eucaristía, los carismas y otros dones espirituales. En la raíz de la comunión está la caridad que «no busca su propio interés» (1 Co 13, 5), sino que impulsa a los fieles a «poner todo en común» (Hch 4, 32), incluso los propios bienes materiales, para el servicio de los más pobres.

195. ¿Qué otra significación tiene la expresión «comunión de los santos»?

La expresión «comunión de los santos» designa también la comunión entre las personas santas (sancti), es decir, entre quienes por la gracia están unidos a Cristo muerto y resucitado. Unos viven aún peregrinos en este mundo; otros, ya difuntos, se purifican, ayudados también por nuestras plegarias; otros, finalmente, gozan ya de la gloria de Dios e interceden por nosotros. Todos juntos forman en Cristo una sola familia, la Iglesia, para alabanza y gloria de la Trinidad.


CREO EN LA VIDA ETERNA

207. ¿Qué es la vida eterna?

La vida eterna es la que comienza inmediatamente después de la muerte. Esta vida no tendrá fin; será precedida para cada uno por un juicio particular por parte de Cristo, juez de vivos y muertos, y será ratificada en el juicio final.

209. ¿Qué se entiende por cielo?

Por cielo se entiende el estado de felicidad suprema y definitiva. Todos aquellos que mueren en gracia de Dios y no tienen necesidad de posterior purificación, son reunidos en torno a Jesús, a María, a los ángeles y a los santos, formando así la Iglesia del cielo, donde ven a Dios «cara a cara» (1 Co 13, 12), viven en comunión de amor con la Santísima Trinidad e interceden por nosotros.

«La vida subsistente y verdadera es el Padre que, por el Hijo y en el Espíritu Santo, derrama sobre todos sin excepción los dones celestiales. Gracias a su misericordia, nosotros también, hombres, hemos recibido la promesa indefectible de la vida eterna» (San Cirilo de Jerusalén).

210 ¿Qué es el purgatorio?

El purgatorio es el estado de los que mueren en amistad con Dios pero, aunque están seguros de su salvación eterna, necesitan aún de purificación para entrar en la eterna bienaventuranza.

211. ¿Cómo podemos ayudar en la purificación de las almas del purgatorio?

En virtud de la comunión de los santos, los fieles que peregrinan aún en la tierra pueden ayudar a las almas del purgatorio ofreciendo por ellas oraciones de sufragio, en particular el sacrificio de la Eucaristía, pero también limosnas, indulgencias y obras de penitencia.

212. ¿En qué consiste el infierno?

Consiste en la condenación eterna de todos aquellos que mueren, por libre elección, en pecado mortal. La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios, en quien únicamente encuentra el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira. Cristo mismo expresa esta realidad con las palabras «Alejaos de mí, malditos al fuego eterno» (Mt 25, 41).

213. ¿Cómo se concilia la existencia del infierno con la infinita bondad de Dios?

Dios quiere que «todos lleguen a la conversión» (2 P 3, 9), pero, habiendo creado al hombre libre y responsable, respeta sus decisiones. Por tanto, es el hombre mismo quien, con plena autonomía, se excluye voluntariamente de la comunión con Dios si, en el momento de la propia muerte, persiste en el pecado mortal, rechazando el amor misericordioso de Dios.

Él también es persona

21/10/07


Mucha gente tiene una concepción de Dios como si Este fuera una energía, un ente abstracto o algo similar. Cierto es que cuando nos hacemos una idea de quién es Dios podemos estar creándonos un ídolo, una imagen distorsionada y alejada de la verdad porque a Dios nuestra razón no lo puede abarcar totalmente. En mi opinión, lo que sí debemos tener claro es que Dios también es persona, no es algo, es Alguien que busca que lo conozcamos. Pensemos en los familiares o amigos que más queremos y analicemos cómo es nuestra relación con ellos, pues bien, nuestra relación con Dios debe tener similitudes como, por ejemplo, la confianza, la cercanía, el diálogo franco o la afectividad. Si tenemos presente lo anterior y que Dios nos ama con un amor sin medida no nos será difícil entrar en amistad con Él y llegar a amarlo sobre todas las cosas.

Día de las misiones

20/10/07


Los últimos posts que he colocado han versado sobre la importancia del encuentro con el Señor, del seguimiento y a amor a su Persona. Dicho esto, y dado que hoy es el domingo del DOMUND, me parece muy oportuno hablar de una de las consecuencias de ese encuentro; la transmisión de la fe, fe esta, que ha de ser cultivada desde la experiencia e intelectualmente.
La Iglesia es ante todo Iglesia misionera. Dios es Amor y el amor, contrariamente al egoísmo, siempre hace referencia a la entrega, al otro. Cristo envía a sus discípulos a predicar el Evangelio hasta los confines del mundo y todos aquellos que se han encontrado con el Señor sienten la necesidad de transmitir la experiencia de ese encuentro. Me viene a la memoria el encuentro de María Magdalena con el Señor resucitado, ella, desbordada por la alegría, difunde la Buena Noticia de inmediato o la conversión de vida de San Francisco Javier que lo dejó todo por llevar a Cristo a los lugares más remotos. No se trata de captar personas, tampoco es cuestión de convencer (aunque debemos saber dar razones de nuestra fe), ni es cuestión de marketing, ni de aumentar estadísticas ni mucho menos, se trata de vivir y compartir el profundo gozo de la fe en todo lugar y en toda circunstancia, respetando siempre la libertad del individuo, de hecho, un cristiano verdaderamente cristiano envageliza incluso cuando calla pues su vida es un Evangelio viviente. Al igual que una flor esparce su aroma de forma natural y espontánea el cristiano esparce el buen olor a Cristo allá donde se encuentre. Desgraciadamente, la mayoría de los "cristianos" no transmiten nada porque no han vivido nada respecto a la relación con el Señor, ni tan siquiera buscan esa relación. Son esa masa de personas que son cristianas porque la cultura que les rodea es tradicionalmente cristiana. Esa masa está por evangelizar.

Sería muy injusto por mi parte, en un día como el de hoy, no recordar a las miles de personas que dejan todo para ir a tierras de misión haciendo presente a Cristo en sitios donde nunca han oído hablar de Él. Acordémonos de todos ellos en nuestras oraciones y procuremos profundizar en la relación con el Señor para así poder transmitirlo.

Encontrarse con el Señor

19/10/07


“Es necesario que planteemos el tema del ‘encuentro personal’ con Cristo en la vida de los cristianos. Muchos, demasiados, no han vivido de ninguna forma este ‘encuentro personal’. Otros, quizás muchos, sienten que les han quitado el Señor o viven como si se lo hubieran quitado y no supiesen dónde encontrarlo. Su relación con el cristianismo es relación con doctrinas, normas, preceptos y ceremonias. Pero el alma de todas estas cosas, lo que les da sentido es el conocimiento, el amor y el seguimiento de Cristo. Espontáneamente se va la memoria a las hermosas conclusiones que Juan Pablo II nos invitó a sacar del Año Jubilar 2000: El encuentro con Cristo es la herencia del Gran Jubileo. Hay un rostro para contemplar, el suyo, y un camino para recorrer desde esa contemplación, para ser Testigos del Amor.
Es el resumen y el esquema de su Carta Novo Millennio Ineunte (2001)”.

Extraído de la Carta pastoral "La Fe se fortalece dándola" de Mons. Francisco Cases Andreu, Obispo de Canarias. Recomiendo su lectura íntegra se encuentra colgada en la web http://www.diocesisdecanarias.org/

Conocer y amar

14/10/07

Icono de la Santísima Trinidad

« Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él » (1 Jn 4, 16). Estas palabras de la Primera carta de Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino. Además, en este mismo versículo, Juan nos ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: « Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él ».

Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. En su Evangelio, Juan había expresado este acontecimiento con las siguientes palabras: « Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todos los que creen en él tengan vida eterna » (cf. 3, 16). La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud. En efecto, el israelita creyente reza cada día con las palabras del Libro del Deuteronomio que, como bien sabe, compendian el núcleo de su existencia: « Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas » (6, 4-5). Jesús, haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo, contenido en el Libro del Levítico: « Amarás a tu prójimo como a ti mismo » (19, 18; cf. Mc 12, 29- 31). Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un «mandamiento», sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro.
De la encíclica "Deus caritas est".